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PUNTO DE VISTA

La educación brilla por su ausencia

Víctor Corcoba

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Las salvajadas gobiernan el mundo, prevalecen en el mundo, atrofian el mundo. Necesitamos una ciudadanía más educada, mejor cultivada en las virtudes, mucho más civilizada, que deje de descender a la servidumbre y tome la libertad de ser una persona que no está en venta por nada ni por nadie. Para mayor desgracia del planeta, y de todos los que habitamos en él, a estas alturas de la globalización todavía la educación no se ha universalizado, y muchos niños y jóvenes se quedan fuera del ámbito educativo. Otros, por el contrario, si tienen acceso a la educación, un privilegio que injerta distinción de clases, tampoco le sirve para mucho a la hora de comportarse en la sociedad como personas iluminadas.
En todo caso, considerables problemas sociales que nos acosan y ahogan son debidos a fallos en la educación. Por hablar del lugar en el que uno vive, el sistema educativo español alcanza la mayor tasa de escolarización de su historia; sin embargo, la delincuencia juvenil no baja y los baños de alcohol y otras adicciones arrasa entre la juventud. El problema no es tanto que los jóvenes españoles continúen con sus estudios y evitar así el abandono escolar, como la falta de garantías mínimas de calidad educativa para todo el alumnado. Tenemos pues, en el planeta lo que vamos gestando, fruto de sistemas educativos que para nada cuentan con el pleno desarrollo de la personalidad humana en cuanto al respeto a los demás, a los derechos y libertades de la ciudadanía. Se dice que la alfabetización es decisiva en el planeta para que todos los niños, jóvenes y adultos, adquieran los conocimientos esenciales que les permitan hacer frente a los problemas con que puedan tropezar en la vida cotidiana, pero se hace bien poco por llegar a los marginados y ampararlos. Es más, esta sociedad, clasista a más no poder, propicia que el mundo de los excluidos persista en el tiempo, porque los utiliza y son el gran negocio de los pudientes dominadores.

El salvajismo del mundo va a continuar creciendo en la medida que aumente la pobreza y el desempleo y la prioridad de la educación para todos se quede en nada. Al fin y al cabo, tenemos lo que nos merecemos. Los gobiernos de los países ricos han inyectado multitud de recursos financieros para estabilizar sus sistemas bancarios, sin embargo han abandonado la ayuda a los países más pobres y a los ciudadanos más vulnerables. La voz de los sin voz está más muda que nunca. Abandonada la educación, el mundo va a la deriva. Se olvida que los conflictos siguen representando un obstáculo importante para la escolarización, pero hay problemas de marginación profundamente arraigados y que las políticas de educación integradoras no pasan del papel y de las buenas intenciones. En todas las naciones del mundo hay niños que corren el riesgo de quedar al margen de la educación. También en España, donde se dice que la escolarización es plena. En efecto, en todas las ciudades y pueblos cohabitan poblados miserables, donde es fácil ver a los jóvenes, en horario escolar, deambulando por las calles. Habría que hacer algo por estos niños, pero no se hace, con lo cual la ayuda a la educación no siempre va a parar a quienes más la necesitan. Claro que tampoco en las escuelas se aprende a vivir juntos, ni a ser humanos. Lo sustancial es dar todos los contenidos del temario, cuando lo transcendente radica en educar desde la escuela la actitud de ser persona, y la de respetar a la persona como tal; sin duda, mucho más significativo que las aptitudes. Si los talentos son vitales, los talantes son capitales, máxime para un planeta desbordado por la rudeza.
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