Quemar libros

Lo provocativo no es que hayan muerto cientos de miles de personas inocentes -civiles en su mayoría- en Irak en una guerra de ocupación absurda, ilegal e ilegitima. Lo provocativo no es que se vaya en la misma dirección en Afganistán. Lo provocativo al parecer es que un chalado queme unos cuantos libros. Se ha dicho incluso que esto no sería posible en Europa, ya que le habrían detenido por incitar al odio racial. Está muy bien la democracia norteamericana. Se puede invadir otro país, cualquier país. Y no pasa nada, sólo es necesario que el Parlamento lo apruebe. Se puede quemar un libro, cualquier libro, y no pasa nada, la primera enmienda te protege. ¡Ah! eso sí, si es el Corán todas las cadenas de televisión y periódicos están dispuestos a sacarte como la estrella del momento y, si te descuidas, el mismísimo presidente te llamará para que no lo hagas.

Creo que la libertad de expresión debe garantizar que uno pueda destruir un libro de su propiedad (o una tela con colores diversos), sin darle más importancia y punto. Sin darle más significado simbólico. Otra cosa es si uno monta un acto para incitar a la violencia o al terrorismo. Ahí la justicia debe actuar. Pero sólo la justicia y con cautelas. Porque un acto de apoyo a la invasión de Irak o a la de Palestina por Israel ¿no es apoyar la violencia terrorista? ¿se prohíben? ¿No sería más lógico y efectivo que Obama reconociera no sólo el “error” cometido con la invasión, sino que pidiera perdón por los crímenes cometidos?
Y finalmente querría matizar dos cosas. Darle más importancia mediática a la posible quema de un Corán que a la quema de iglesias, o que al asesinato de religiosos que ocurren de vez en cuando en algunos países, también me parece absurdo. Por último: tengo un ejemplar del Corán y lo he leído. Sería bueno que alguien que vaya a quemar un libro primero explique que lo ha leído y le parece tan malo que por eso lo hace. Porque desde luego en absoluto en este libro he encontrado ningún tipo de llamamiento a la violencia, ni los radicalismos discriminatorios de los que hacen gala los fundamentalistas y de los que muchas veces acá se acusa al Islam por puro desconocimiento. Es un libro mucho más comedido, moderado y “moderno” (como no podía ser de otra manera por la época en que se escribió) que la Biblia cristiana, en la que sí podemos encontrar muchos pasajes que nos hablan de una justicia divina y humana absolutamente brutal y despiadada.

En definitiva, en serio, recomiendo leer. Leer los grandes libros de la Historia, incluso los religiosos, aunque uno no lo sea... (a pesar de lo aburridos que puedan ser). Son libros sagrados para miles de millones de personas y eso les añade interés, además de histórico, de respeto por su significado. Eso sí, desde una óptica crítica. Para criticar y ser ateo consecuente hay que haber leído muchos libros de religión. Y si algún loco quiere quemar alguno, allá él con sus locuras.