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EL MIRADOR

ETA no tiene credibilidad

Abel Veiga

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Todo parecía indicar que algo sucedía en el entorno terrorista, tanto en su entramado militar, debilitado y exangüe, como sobre todo en su vertiente política. Los pasos evidenciaban un giro. El último, el documento de la izquierda abertzale del brazo de Eusko Alkartasuna, en la que se detallan siete u ocho puntos determinantes aunque nunca hechos públicos.
Un alto el fuego verificable a instancias internacionales. Un nuevo lenguaje, un implícito alejamiento de la vía violenta, tan lejana ya de los objetivos independentistas. Nadie debe creerse que los pasos dados por el brazo político no tuvieran el respaldo y la tutela de la banda asesina. Nos quieren hacer creer que la hipótesis es la contraria. Aquel cordón umbilical entre pistoleros y abertzales radicales sigue unido. Dudábamos si el gobierno pretendía dividir a ETA o romper la disciplina en el colectivo de presos. Nadie puede ignorar que unos y otros estaban al tanto de lo que podía ocurrir. El gobierno también necesita ese oxígeno, vender este triunfo como propio, el de la agonía de ETA, los asesinos. Un triunfo para tiempos de crisis y vacío. Unos asesinos que han perdido el pulso de la calle, de la realidad vasca, del apoyo de muchos que simplemente se han cansado de esta vesania, de esta crueldad. Ahora habla de un proceso democrático, pero llevamos 30 años de democracia, sólo ultrajada por los asesinos y su terrible dolor. Han escogido esta vez un medio internacional, la BBC. Internacionalizan y buscan el eco mundial. No definen su alto el fuego. La banda asesina sabe que ha perdido esta cruel y terrorífica batalla. No ha sabido decir basta a tiempo, insertarse en las vías pacíficas. Hoy declara un alto el fuego y dice seguir su lucha por procesos democráticos. Le han tendido puentes, el último más allá de todo límite para vergüenza de la democracia y el gobierno. Otros han tratado de nadar y pescar en río revuelto. Sólo cabe negociar cómo, dónde y cuándo dejar las armas y reinsertarse en las vías democráticas y pacíficas. Mientras esto no esté claro para todos, nada se puede negociar, con o sin intermediarios internacionales.

La banda y sus secuaces han seguido donde siempre han estado, atrapados en la violencia, en la espiral del terror. La hidra sangrienta, la hidra asesina. Pero el humo de las pistolas, el tiro en la nuca, los coches bomba, la extorsión, el chantaje, no han terminado todavía mientras exista un solo pistolero dispuesto a matar. Ojalá acabe esta pesadilla, pero sólo con unos vencedores, la fortaleza moral de las víctimas
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