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EL KIOSCO

Tertulias y tertulianos

E. Cantos

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Las tertulias de radio o de televisión han sido una buena aportación al periodismo de opinión. Su nacimiento de debe a que en un momento dado la sociedad siente la necesidad de ir más allá del contenido de la noticia, ya que precisa saber, además del efecto inmediato que produce, sus consecuencias ante la opinión pública. Su inicio fue muy bien acogido porque a la par de que eran muy novedosas, servían para contrastar las ideas de los tertulianos que iban a ellas, sin otro ánimo que el de poner de manifiesto sus respectivos puntos de vista sobre temas generalmente de actualidad.
Lo que pasa es que con el tiempo, muchos de estos tertulianos se dieron cuenta del poder mediático que tenían dichas tertulias. Y entonces quisieron ser protagonistas de algo que se medía por el calibre de las opiniones vertidas en el fragor del combate dialéctico. Eso, además de que las emisoras permitieron la entrada de los políticos, que poco a poco se adueñaron de la situación, hasta ser los verdaderos protagonistas de estos fregaos dialécticos. De esta forma es como perdió su candor y su virginidad, algo que fue creado para que la gente disfrutara del placer de oír, que había personas que, teniendo opiniones contrarias eran capaces de armonizar sus discusiones mediante el uso de una libertad que se apoyaba en el respeto y la consideración hacia los que no pensaban como ellos. Hay excepciones, claro, pero la mayoría están contaminados por el virus del partidismo, y por la grandilocuencia de unos tertulianos que, como papagayos, recitan en los micrófonos y ante las cámaras, la lección que se han aprendido con anterioridad.
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