El mirador
Las drogas no son un juego
R. Blasco
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
La conciencia de cuanto representa de destructivo cualquier drogadicción para el ser humano ha ido en constante aumento en las últimas décadas. A medida que se ha constatado su poder despersonalizador, se ha incrementado también la información.
Sin embargo, y aún con ello, para algunos las drogas continúan siendo un juego de niños. Erróneamente consideran que éstas nunca les podrían dominar. Y en muchas ocasiones lo que empieza como un juego acaba con una grave patología. Ése es precisamente el drama.
En la actualidad, 200 millones de personas, es decir un 5 por ciento de la población mundial de edades comprendidas entre 14 y 64 años, han consumido al menos una droga ilegal en los últimos 12 meses. Si nos fijamos en esta cifra y aún cuando nos podemos echar las manos a la cabeza por su repercusión, descubrimos de inmediato que nada se nos dice de los menos de 14 años. Un tramo de edad más terrible si cabe por varias razones. Muchos niños/as entran en el círculo de las adicciones como consecuencia del entorno en el que viven: barrios marginales, familias con problemas de desestructuración y en muchos casos hijos de ese cuarto mundo invisible de las grandes urbes. Otros son víctimas directas al quedar huérfanos por la desaparición prematura del padre o de la madre. Y un tercer grupo son los hijos del desencanto. Aquellos niños/as cuya permisividad familiar les conduce a no poder desarrollar con éxito la voluntad y la responsabilidad.
La responsabilidad social de las instituciones, las escuelas y las familias es decisiva a la hora de combatir este fenómeno social. Nuestra responsabilidad es conseguir entornos seguros, sanos y de bienestar para los niños. Cada vez que alguien ayuda a un niño a decir no a una droga, sea esta legal o ilegal, está participando activamente en el desarrollo de una sociedad más fuerte, cohesionada y preparada para el futuro, pues como reza el eslogan las drogas no son un juego