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GRAN TOREO DE CAPA DE MORANTE, PUERTA GRANDE DE BAUTISTA Y FAENÓN DE ABELLÁN

La traca final no explotó en Las Ventas hasta los cuatro últimos festejos

Bautista abrió la puerta grande no sin polémica  (Foto: las-ventas.com)
Bautista abrió la puerta grande no sin polémica (Foto: las-ventas.com)
Por ALFREDO FERNÁNDEZ
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h

El destino tenía reservado que en las cuatro últimas tardes del abono San Isidro-Aniversario se vieran las cosas más importantes de un mes de toros en la plaza de Las Ventas. En estas últimas corridas sucedieron cosas que ayudan a paliar el tostón de tantas tardes anodinas.

Al final, los aficionados salieron satisfechos y posiblemente empresa y Comunidad de Madrid puedan tomar oxígeno tras las duras criticas recibidas durante toda la feria.

En la corrida de Beneficencia del miércoles 2 de junio se vio el sueño capotero de Morante de la Puebla, que toreó como los elegidos. Esta puede ser llamada “la tarde de los quites” por la rivalidad que hubo entre el sevillano y Daniel Luque. Bendita y sana competencia.

Morante realizó al toro de Luque un bellísimo quite por verónicas que puso la plaza boca abajo. Luque le replicó con otras despaciosas y jugando bien los brazos.

La generosidad de este último diestro hizo invitar de nuevo al de la Puebla, que dibujó un manojo de chicuelinas y una media de cartel.

La plaza se volvió loca y Luque volvió poner énfasis y raza en otro quite para desembocar en un éxtasis colectivo que resultó ser el momento más emotivo de la feria.

Luego estuvo suelto y queriendo ante un buen toro de Núñez del Cubillo que acabó acusando tanto desgaste del capote. Dio una vuelta al ruedo y si llega a manejar la espada con más contundencia hubiera paseado una oreja de peso.

Morante dejó al cuarto otro quite por delantales de buen trazo, pero luego el toro se apagó y las esperanzas del público se enturbiaron.

Rubricó con un gran espadazo entrando muy en corto y por derecho en una estocada de libro.

Cayetano, que había estado por debajo de la calidad y nobleza del buen toro de Cubillo que hizo segundo, terminó sacando raza en un quite por saltilleras. Luego con la faena volvieron a florecer los fantasmas de torear despegado.

Tres toros de Victoriano del Río
Y seguimos hablando de toros importantes, ya que el jueves hasta tres astados de Victorino del Río embistieron con raza y transmisión, poniendo en bandeja el triunfo.

A Sebastián Castella le tocó uno bravo en la muleta y con fondo. El francés realizó un comienzo de faena explosivo y brutal, pero a partir de ahí no fue capaz de redondear en el toreo fundamental y lució más en lo accesorio. Pinchó y pudo cortar una oreja, pero el toro mereció más porque era de dos. Antes, Castella había sumado un trofeo gracias a una labor encimista y donde destacó más el arrimón que otra cosa. Le había toreado bien de capa y como mató bien cortó la oreja.

Otro de los toros buenos y de gran profundidad en las telas le tocó a El Fundi. El madrileño, un gran torero, sigue inmerso en un bache y no logró triunfar. Fue abroncado.

Miguel Ángel Perera, sustituto de José Tomás, se llevó el lote menos agradecido, pero además el extremeño está espeso y le falta expresión. En la mente de todos estaba lo que hubiera pasado si José Tomás hubiera podido torear y le hubieran tocado algunos de los toros de triunfo.

El viernes 4, El Fandi estuvo entonado con un lote mediano. Afrontó el compromiso con seriedad. Matías Tejela desperdició un buen toro de Moisés Fraile que salió como sobrero y al que no logró buscarle las vueltas. Finalmente, Rafaelillo fue una sombra de otras tardes y salió a flote la vulgaridad y su escasa calidad.

PUERTA GRANDE PARA JUAN BAUTISTA Y GRAN FAENA DE MIGUEL ABELLÁN
La puerta grande para un matador de toros no se abrió hasta la última corrida de toros de este largo maratón venteño. El agraciado fue el francés Juan Bautista, que el sábado 5 cortó una oreja a cada toro de su lote, dentro de la buena corrida enviada por los Hermanos Lozano con el hierro del Cortijillo.

El premio fue un tanto exagerado. Sí fue justa la oreja de su primero. Toreó muy bien sobre el pitón derecho en series muy ligadas y embarcando mucho las embestidas de un toro del Cortijillo que rompió en la muleta. Los detalles finales, los adornos y un gran volapié le hicieron acreedor del trofeo. Pero la faena del quinto no tuvo la misma dimensión. El toro acometía con fuerza, pero siempre tendía a mansear y buscar las tablas. La clave de Bautista fue dejar la muleta muy puesta, para ligar los pases y que tuviera vibración en el tendido. Le faltó mayor reunión y tras dejar una estocada desprendida se desató el éxtasis y le dieron una oreja, eso sí, pedida por mayoría.

Pero la faena más importante después de tantos festejos la firmó Miguel Abellán. La labor del madrileño tuvo enorme calado y alcanzó momentos de mucha emoción con un toreo despacioso y sentido. Comenzó dando distancia al buen toro de los Lozano, toreando muy encajado, con los pies clavados y rematando con torería. El punto álgido llegó sobre la zocata, donde Abellán plasmó los mejores naturales que se recuerdan. Muy enganchados, cadenciosos y rematados más allá de la cadera con enorme despaciosidad. Todo a favor, pero la espada no quiso entrar y el descabello tampoco, de modo que lo que iba para dos orejas se quedó en una vuelta al ruedo clamorosa.

El mexicano Arturo Macías fue todo valor, si bien todavía no ha cogido el aire al toro de aquí. Expuso, pero no hubo lucimiento.

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