EL KIOSCO
Liberación y éxtasis
Carlos Izquierdo
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
En tiempos de tribulación conviene no hacer mudanza, y, sobre todo, conviene dar mucho deporte por televisión. Todo el mundo está de acuerdo en que las victorias deportivas ayudan a la masa a recuperar su autoestima. Y usted y yo somos masa, ocupado o desocupado lector. La crisis es una bofetada de la realidad. Por eso conviene huir, y una televisión es más que suficiente para meterse en la piel del Mundial que está a punto de empezar.
Las emisiones en tres dimensiones, que ya llegan, no sólo suponen un gran avance en la forma de contemplar la pantalla, sino que nos ayudan a insertarnos en esa nueva realidad, en ese mundo feliz que sólo existe más allá del cristal. A considerarnos parte de lo que antes sólo parecía un escaparate, que se podía mirar pero no tocar. A partir de ahora me sentiré como los recogepelotas de Hugo Boss. Al pie de la pista, escuchando el zumbido de los mandobles de Rafa Nadal. Escuchando su respiración. Todos somos el número uno del mundo desde el domingo. A falta de otras alegrías y otros entorchados, nos colgamos la medalla del tenis, que es la que tenemos más cerca. La televisión es una de las formas más baratas de cambiar de atmósfera y de estado de ánimo. Y cuando el canal más crudo que existe es el de la realidad, el personal busca el alivio rápido. Nada podría servir como el icono perfecto de la recuperación tras una larga crisis. Por su parte, el Mundial va a ser otra gran excusa para olvidar. Sea en tres dimensiones o en versión plana, el espectador buscará la liberación y quizás el éxtasis. Siempre fue así: necesitamos algo que llene el vacío de los días difíciles.