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EL KIOSCO

Los enemigos de Franco

Por: F. Bejarano

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Lo mismo que del Cid legendario se decía que ganaba batallas después de muerto, Franco ha entrado en la leyenda gracias a sus enemigos, que no son precisamente los antifranquistas. Más que contra Franco, un anciano cuando tuvimos conciencia de la realidad española, todos estuvimos en un momento de nuestra vida juvenil contra la dictadura.
Franco podía morirse, sufrir un atentado o, más improbable, renunciar al poder para instaurar la monarquía. Franco no era eterno y la oposición no tenía capacidad ni intenciones de derrocarlo. El escollo era un régimen reconocido por la mayor parte de los países del mundo y con unas instituciones de difícil desmantelamiento desde la legalidad. Pero lo hizo una vez muerto Franco, el propio régimen, y fueron los llamados ‘herederos del franquismo’ y sus mismas instituciones las que hicieron posible el paso de la democracia. El mundo quedó admirado de la manera que se llevó a buen fin, sin traumas excesivas aunque con grandes riesgos. Nadie quería otra guerra civil en España ni en Europa, ni el advenimiento de otra dictadura de signo contrario, como la que hubiese querido Largo Caballero. Los verdaderos antifranquistas frustrados no quedaron satisfechos del todo, pero aceptaron la democracia de mala gana porque era un deseo bastante general y contaba con el apoyo de los países más respetables y liberales del mundo. La espina se les clavó, porque no pudieron tomarse la revancha buscando un final distinto de la Guerra Civil y compensar los 40 años de dictadura. Entramos en una normalidad legal que era la que se respiraba en la calle todavía con Franco vivo. Nadie, que percibiéramos, salvo la ETA, estaba por solucionar las diferencias a tiros. Pero hete aquí que se avecinan elecciones y las encuestas no son halagüeñas para el partido gobernante, de larga tradición totalitaria, que ha gobernado España dos veces varias legislaturas. No se conforma, quiere ser como Franco, inamovible, y tiene, como él, que inventarse enemigos, esta vez fascistas y franquistas, que algunos habrá, pero no los conocemos porque serán pocos. Hay que hacer un juicio cadavérico a Franco; pero lo impide una ley de amnistía. No importa: esa ley no incluye los genocidios, y Franco ha resultado ser genocida. ¿Del pueblo español? ¿Quiénes somos nosotros entonces? Yo se lo digo. Somos un pueblo nuevo, con leyes progresistas y derechos recuperados, surgido del superhombre socialista para el próximo milenio. Pero, oigan, ¡eso es fascismo!
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