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PUNTO DE VISTA

Plan aceras

Por: T. ALBERICH

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
El primer ‘Plan E’ del Gobierno fue conocido en muchos lugares como el ‘plan aceras’, dado que ésta fue la actuación predominante. Está bien que muchos ayuntamientos hayan descubierto que existen aceras, que las calles no son sólo para los coches y que la mayoría de la población se desplaza más veces andando que motorizada.

Las críticas no han venido porque se actuara, renovando o ampliando las aceras, sino cuando ha dado la impresión de que algunas de estas obras se hacían “porque había dinero y había que gastarlo”, dejando de lado otras actuaciones más necesarias (¿quién decide las prioridades?, ¿dónde se quedó la participación ciudadana?). Por poner un ejemplo, en el barrio de Las Suertes de Collado Villalba ha sido curioso observar en algunas calles sin apenas tránsito y con aceras en buen estado que éstas se han levantado para construir casi lo mismo que había antes pero ‘nuevo’. Al lado otras necesidades ni se tocaban. Un detalle como muestra: en la zona de la entrada peatonal al parque natural de El Coto (acceso sur) se han cambiado todas las aceras cercanas, pero el bordillo que rodea el acceso al parque permanece roto. Cada vez que llueve la tierra es arrastrada por toda la calzada. Los operarios estuvieron varios meses levantando, quitando y construyendo nuevas pavimentaciones, pero seguro que no tendrían orden de actuar ahí. Con cambiar cuatro metros de bordillo el problema se habría solucionado.

En el Parque de la Coruña, la actuación más sobresaliente ha sido la ampliación de las esquinas con la construcción de orejas u orejones para facilitar la visión y el cruce de los peatones, limitando los espacios para automóviles, aspectos siempre positivos. El problema ha venido por las dimensiones: tan grandes que apenas puede girar un camión. Podríamos proponer que a los técnicos que diseñan sobre el papel les obligaran a montarse en un camión (no hace falta que sea un trailer, sino un camión normalito) y que hicieran recorridos sobre el trazado, con giros en cada esquina: así se darían cuenta de las barbaridades cometidas. Bueno, de hecho se han dado cuenta una vez construidas y han tenido que levantarlas otra vez para reducirlas.

Otro aspecto a considerar es el tipo habitual de aceras que tenemos por aquí. Pequeñitas, estrechas, con barreras (farolas, papeleras...), pero, eso sí, con unas losetas de lujo, envidiables. Cuando uno viaja a cualquier país ve lo contrario: amplias aceras realizadas simplemente con cemento rugoso (incluso con asfalto): baratas, útiles, resistentes, de bajo mantenimiento y fácil arreglo. Ciertamente no son tan bonitas. En París, Londres, Buenos Aires o Toronto sólo las calles del centro, las más comerciales o turísticas, están enlosetadas como acá. El resto, barrios y zonas residenciales, cuentan con aceras amplias pero realizadas con cemento. Elevadas y separadas de la calzada con simples bordillos y junto a bastantes carriles bici, por cierto. Aquí también las hay así construidas, pero sólo en unos pocos casos, antes era lo tradicional. La mayoría no: estrechas, pero de lujo. Claro que como el mantenimiento es casi inexistente, al poco tiempo hay losetas sueltas y cada vez que llueve ‘pisas agua’. Pero no se preocupen, ya vendrá otro ‘Plan E’ y las levantarán de nuevo. Total, paga el Gobierno.
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