SE VIERON COSAS IMPORTANTES Y HUBO MÁS PÚBLICO EN ESTA PRIMERA FERIA DE INVIERNO
Los triunfos de Morante, Manzanares, El Juli y Talavante dan calor a Vistalegre
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
La primera Feria de Invierno en Vistalegre terminó de manera magnífica. Morante de la Puebla, José María Manzanares, El Juli y, Alejandro Talavante se erigieron como grandes protagonistas de este último fin de semana de toros en Madrid. Muchas cosas positivas en el ruedo, y mucho toreo del bueno se vio a cargo de estos diestros que, cada uno fiel a su estilo y a su concepto, pusieron calor bajo la cubierta del Palacio Vistalegre. La Fiesta tiene hoy en día una baraja de toreros extraordinarios que apetece mucho ver. Otra cosa son los de segunda fila, que están muy vistos y siempre copan los puestos en las habituales ferias.
Bien Juli y un gran Manzanares
La corrida de Garcigrande lidiada el sábado 27 fue muy light por presencia, fondo y casta, aunque las escasas virtudes de varios toros fueron exprimidas por los diestros. El Juli dio una lección de dominio, inteligencia y madurez. Fue capaz de mantener a un animal muy flojo y de aliviarle y ayudarle en los primeros compases de la faena para que no se cayera. Cuando lo logró, consiguió una labor preñada de técnica para torearle muy templado, ligado y seguro, sobre todo por el lado derecho, donde alcanzó los momentos de mayor relieve. El colofón a la faena fue intenso y tras cobrar un espadazo arriba cortó dos orejas. Al primero también le cortó una en base a un toro manejable y sin clase. El Juli volvió a hacer gala de su mucha seguridad y capacidad para terminar metiendo en la canasta al animal. También manejó la espada con mucha suficiencia.
En Vistalegre volvió a brotar una de esas faenas inolvidables. Llevó el sello de un pedazo de torero como José María Manzanares, que cuajó a un gran toro de Garcigrande con la presencia que debió tener el resto del encierro. Manzanares dio una lección de torería, en tandas sobre la derecha de gran empaque, con el mentón hundido, el medio pecho y siempre con la estética que pone este torero. Al natural también brotó el toreo manzanerista, adobado con pases de pecho de pitón a rabo. Un cambio de mano fue monumental y un broche de faena bello y por bajo, artista de verdad, ante un toro que tomó los engaños con gran profundidad y empuje. El espadazo fue espléndido y las dos orejas para el torero muy justas.
Perera es un gran torero, pero puede mucho a los toros y los gasta en exceso. Necesita un astado con motor. Su primero valió muy poquito. El segundo tuvo 15 arrancadas, pero pronto se le acabó. Fue un comienzo de faena espectacular, con pases cambiados en los medios. Dos series fueron mandonas y dominadoras, llegando mucho al tendido, pero hicieron venirse abajo al animal. Luego se puso en cercanías, donde a veces, se pone pesado por su empecinamiento en esos terrenos. Tras pinchazo, estocada y descabello paseó una oreja generosa.
Morante: to-re-ro
Mucho ambiente y gran expectación el domingo, primordialmente por ver a Morante de la Puebla en el cartel. Cuesta describir lo que el sevillano realizó en el ruedo de Vistalegre. Su toreo de sentimiento está sólo al alcance de privilegiados. Una manera de entender la vida y la profesión que hacen de él un diestro de personalidad arrebatadora. Su faena al segundo no fue la clásica de derechazos y naturales. ¡Bendita improvisación! El arte es otra cosa. Más despacio que toreó Morante es difícil hacerlo. Se paró el reloj. Si ve va hoy a Vistalegre, algún muletazo todavía se ve de lo que duró. El toro de Cubillo era noble y apenas servía, pero el sevillano puso la emoción que no tenía el animal. Toreó con mucha lentitud, acarició con suma suavidad las embestidas del burel y Morante parecía adormecido en ocasiones, porque tanta despaciosidad es quimera.
Hizo cosas hermosas; maestro y torero, un genio al que la Gracia de Dios le ha hecho un virtuoso del toreo. Enterró el acero y le dieron dos orejas que no paseó. Despojos...
¡Viva la madre que engendró a Morante! Un privilegiado que cuando está en trance hace cosas tan hermosas como lo del domingo en Madrid.
Alejandro Talavante estuvo a punto de cortar tres orejas con el mejor lote de la corrida de Cubillo. Se le vio muy recuperado. No fue el torero de quietud y verticalidad de antes. Toreó más largo, menos encorsetado, y queriendo llevar muy empapados a los animales. Ahora torea menos despacio, pero ha ganado en muchos aspectos para su futuro.
El extremeño hilvanó primero una faena larga y con momentos brillantes, aunque le costó enfibrarse y rematar el trasteo. Destacar una serie de naturales inmensos y arrastrando la muleta por la arena. Falló con el acero y no tocó pelo.
El quinto fue un toro con movilidad y repetición que transmitió mucho. Volvió Talavante a hacer una faena muy entregada, consiguiendo tandas sobre ambas manos de buena factura y con el valor de siempre. Unas manoletinas finales fueron muy ceñidas. No hubo premios por volver a ser el torero pinchauvas de siempre.
Cayetano tuvo una actuación lamentable. El menor de los Rivera anduvo a la deriva y no mostró ninguna técnica, y me atrevo a decir que el valor cogido con alfileres. Su actuación fue más de un incipiente becerrista que de un matador que se anuncia al lado de las figuras (al menos de momento...). Con su primero, que tenía complicaciones, no supo que hacer entre dudas y desconfianzas. Algo similar ocurrió en el sexto, donde volvió pasarse al de Cubillo lo más lejos posible y muy desencajado.