El ama de casa a la que su marido empujó hacia la élite
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
A Josefa Cruz le pilló de sopetón el homenaje de la Tragamillas. “Es una gran satisfacción para mí, pero es algo que ya no esperaba, sobre todo teniendo en cuenta que llevo casi diez años retirada”. Su última marca referenciada data de febrero de 2001, 1:19:55 horas en la Media Maratón de Ribarroja del Turia. Pero allí no podía caer en el olvido una carrera tan ejemplar, rematada en las grandes citas con la gran victoria soñada en el Maratón de Madrid de 1998, y abrillantada por hitos como su entrada en el top 20 del Campeonato del Mundo de maratón de San Sebastián, en 1992 y su polémica no convocatoria para los Juegos de Barcelona, el subcampeonato de Europa de cross por clubes, sus tres victorias en los 20 kilómetros de Madrid, o su récord aún vigente en el Maratón de Bilbao. Pepi, como le llaman sus amigos, recibirá el domingo el tributo que debía su pueblo desde hace una década a quien ha lucido las camisetas de clubes de leyenda, como Kelme, Adidas, Tintoretto y Rodper, a quien ha competido de tú a tú con atletas como Ana Isabel Alonso, Rosa Mota y Carmen Valero. Todo, gracias a dos iniciativas fundamentales de su marido Antonio: primero en 1984, cuando la acompañó a su primera carrera, 10 kilómetros patrocinados por la marca Avon Cosmetics. Marcó 52:13 minutos; y dos años más tarde, cuando se ofreció a despejar sus tareas de madre y ama de casa para que se dedicara por completo al atletismo. Para entonces, el empresario villalbino, Daniel Bravo, ya le había presentado a José Manuel Ballesteros, el entrenador que moldeó y preparó para la élite el cuerpo de una atleta que ya tenía 25 años. “No sé qué marcas hubiese hecho de haber empezado antes”, reflexiona. Son los tiempos, allá por 1987, en los que acude cada mañana a Madrid para correr entre 8 y 16 kilómetros por la mañana, y 45 minutos más en Villalba por la tarde. Un entrenamiento que le hace ganar la San Silvestre Vallecana, por delante de Carmen Valero, y la Copa de Campeones de Cross en Italia. Visto el rendimiento, Ballesteros le planteó el salto al maratón en 1988. Cuatro años después, llegaría su gran oportunidad. Tras su brillante papel en el Mundial de San Sebastián, corre en Barcelona el maratón del Campeonato de España, sobre el circuito olímpico de Montjuich, y acaba cuarta con 2:40:03 horas. No logra la mínima de 2:35, pero su convocatoria para los Juegos es factible por posiciones. Luis Miguel Landa, el seleccionador de entonces, la deja fuera. “Sí, supongo que fue decisión suya”. Un sueño roto vengado por una gran marca de 2:33 en maratón y un sinfín de victorias en una carrera que pudo ser más brillante sin las lesiones, sus bajadas de hierro y las anemias. La kriptonita particular de Pepi, la mejor atleta villalbina de todos los tiempos, la misma que este domingo rescatará sus zapatillas para ejercer de atleta nueve años después. “Espero terminar”, avisa.