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EL KIOSCO

Silencio, por favor

POR: J. Cuervo

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Los peluqueros catalanes han reaccionado, como peluqueros o como catalanes, contra los intentos recaudatorios de la Sociedad General de Autores de España (SGAE) quitando de sus negocios la música ambiente y diciendo que el que quiera acordes, que los lleve puestos de casa. No puedo estar más de acuerdo con ello, ya que, a diario, me siento más agredido por la música que no deseo oir que por la SGAE, a la que, precisamente, no puedo ver.

Alguien decidió hace casi medio siglo que al mundo le faltaba sonido y desde entonces vas de blues a cumbia, de rap a rock, de pop a clásica por todas las calles de nuestros pueblos y ciudades, salas de espera y ambientes, lo quieras o no. En los años 80, los japoneses inventaron los walkman, que los estadounidenses han perfeccionado con el iPod y que cada quien decida libremente lo va a meter entre sus orejas y a los demás que nos dejen en paz.

Es decir, que no quiero ni música relajante para cuando me laven la cabeza o me corten el pelo; ni tampoco discotequera para que compre rápido ropa de impulso; ni aún menos heavy a todo volumen para que bombardeen Bagdad y odie al enemigo.

Aunque no sea muy popular decirlo, quiero manifestar que estoy estratégicamente de acuerdo con el afán recaudador de los agentes de la Sociedad General de Autores de España (SGAE) si, por reacción peluquera, o sea por corte, pues aportan un poco de silencio a este sin vivir en el que estás hablando con alguien y, de pronto, se dispara la segunda estrofa de una canción de Alejandro Sanz, esa en la que se pone dramático, rasca la voz y acuden los amigos para darle la razón en los coros o estas intentando leer cómodamente sentado la crónica del partido disputado por tu equipo y se te pone a saltar alrededor el dinámico David Bisbal, que suda desde la primera nota como si fuera Cristiano Ronaldo.

El mundo está tan superpoblado que sobran interlocutores en los ambientes públicos y no hace ninguna falta que a 20 mediterráneos nos incorporen, de un golpe de mando a distancia, de un tirón de cadena, 40 latinos llenos de pasiones y percusión o, aunque no paguen derechos a la codiciosa SGAE, la cháchara de los aquelarres de los magazines mañaneros. Silencio, por favor.
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