Fandiño y Morenito estuvieron a un buen nivel el pasado domingo

Los tres pasaron con buen pie por San Isidro y por ello se ganaron su inclusión en este festejo. A pesar de lo atractivo del cartel, poco público en los tendidos. La afición responde en las grandes ferias , pero fuera de ellas le cuesta mucho asomarse a un tendido. Así las cosas, no más de 8.000 personas se dieron cita en la cátedra venteña.

Los cinco toros de Charro de Llen y el sobrero lidiado en quinto lugar de Navalrosal dieron un pobre juego en líneas generales. Toros demasiado faltos de fuerza y raza, y con una condición con la que en Madrid se hace muy difícil el triunfo. Además, la presentación dejó mucho que desear. Los astados de la ganadería salmantina no eran dignos de la categoría de esta plaza. Desiguales algunos, feos otros, y sin las caras y los pitones que requiere este coso. Petardo para los responsables que eligieron este saldo ganadero para ser lidiado en Madrid.

Por encima del ganado
Los tres integrantes del cartel sacaron la cabeza y en general estuvieron muy dispuestos, sobreponiéndose a la pocas embestidas que les brindaron sus oponentes. A esto hay que sumar que tanto Morenito como Fandiño manejaron de forma contundente la espada y tumbaron a sus oponentes de buenas estocadas.

Fandiño dio la vuelta al ruedo en el sexto, pero bien hubiera podido darla con la oreja en la mano. A la memoria me vienen esas orejas dadas a El Capea o Emilio de Justo con muchísimo menos motivo.

El vizcaíno lanceó bien a ese sexto y comenzó la faena con pases cambiados por la espalda. Citó sobre la derecha y el toro se venció, dando una espectacular voltereta de la que salió ileso. Se levantó como si tal cosa. El de Charro, que había mostrado son, se puso bronco y complicado. Fandiño, muy asentado sobre la arena, le robó pases de mucho mérito, aguantando derrotes, coladas y peligro. Tras un buen remate de faena se fue tras la espada como un cañón, dejando una estocada que tiró al animal sin puntilla.

El torero dejó una grato sensación, con su cartel y crédito al alza.

Con su primer ejemplar, un toro manso y de corto recorrido, también se había mostrado muy dispuesto.

Morenito de Aranda también se sobrepuso a su lote. Su primero era noble, pero le costaba repetir. El torero dejó muletazos muy plásticos, con gusto, manejando las telas con facilidad y pellizco. No fue una faena ligada, pero sí hubo pinceladas de la clase que atesora. Recetó al de Charro de Llen una gran estocada de efecto rápido.

Su segundo fue un serio y astifino sobrero de Navalrosal, de esos que engañan a los malos aficionados. Esos mansos en varas que llegan a la muleta reponiendo, buscando y que sin humillar embisten con todo. De esos que determinado sector se pone muy a favor en esta plaza. El torero nunca le perdió la compostura en un trasteo técnico y de fría cabeza. Cuando le sometió el torero, éste cantó su condición de manso.

Completó el cartel Fernando Robleño, que precisamente se llevó el mejor toro de la tarde. Fue el primero. Un animal muy en la línea de Atanasio, manso pero siempre con ese punto de ir a más, de buena clase y que al final vale para triunfar. Robleño estuvo correcto, sin apreturas, tirando de oficio y sin descifrar del todo las teclas del toro para cortar la oreja.

Su segundo fue un inválido al que el presidente mantuvo en el ruedo y que debió de mandar a los corrales.

Comienzo del ciclo de novilladas
Tras las corridas de toros dominicales celebradas durante estos últimos domingos, el mes de julio arranca en la plaza de Las Ventas de Madrid con el clásico ciclo de novilladas con picadores de promoción. En total serán cuatro festejos, donde 12 novilleros tendrán la ocasión de meter la cabeza en tres puestos en la novillada final que tendrá lugar el 2 de agosto frente a un encierro de Alcurrucén - Lozano Hermanos, del que saldrá el triunfador de este certamen. Para este domingo, 5 de julio, se anuncia un encierro de Fernando Peña Catalán para Pérez Valcárcel, Juan Carlos Cabello y José Miguel Navarro.

Las novilladas comenzarán a partir de las 20.30 horas.