Luces y sombras
Cargos de confianza
José María Olmo
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
La democracia hace aguas por el puente de mando. Los gestores duplican las funciones de la Administración Pública con consorcios, fundaciones y agencias, y abusan de los puestos de libre designación para cubrir con cargos de confianza puestos directivos que deberían corresponder a funcionarios de carrera.
El crecimiento económico de los últimos años ha actuado como acelerador del fenómeno, pero la crisis económica está abriendo una reflexión que aspira a tener efectos retroactivos. Porque el argumento de la mayor agilidad, que se esgrime para justificar la inflación de altos cargos, cargos de confianza y asesores personales, no soporta el peso del clientelismo y los elevados sueldos que se esconden tras un alto porcentaje de los nombramientos.
Hay que diferenciar entre los altos cargos (personal contratado eventualmente) y los funcionarios de libre designación (funcionarios de carrera promocionados por la autoridad política) En ambos casos los nombramientos dependen casi por completo de la confianza que inspiren los candidatos a los políticos electos, y estos tienen mucho margen de maniobra. Tanto que el sistema ha derivado en otra fuente de ingresos e influencia para los partidos.
José Antonio Olmeda, profesor de Ciencias de la Administración de la UNED, explica el mecanismo que opera en el origen del fenómeno: cuando los políticos llegan al poder creen instituciones paralelas y sitúan al frente de ellas a personas cercanas, porque desconfían de los funcionarios de carrera. Las agencias, consorcios y fundaciones externas les ofrecen, además, mayor libertad de movimientos. Cada nuevo gobierno supone nuevos organismos y nuevos nombramientos, que se yuxtaponen a los que ya existían.
Los primeros inconvenientes de esta estrategia, explica otro experto, son que vacía de funciones a la Administración y multiplica el gasto, entre otros motivos, porque este tipo de organizaciones tienen que ofrecer salarios más altos para competir con las retribuciones del sector privado. Contra lo que obliga la Ley de la Función Pública, el proceso de selección no siempre atiende a los criterios de mérito, al contrario “muchas veces se escogen personas mediocres que no le hagan sombra al dirigente”, sostiene Olmeda.
La tentación de cubrir estos puestos con militantes del partido es evidente. Una investigación de la revista Época ha dejado al descubierto el caso de la Diputación de Almería, donde tres de los cargos de confianza nombrados por el propio presidente reconocieron ante una cámara oculta que, en realidad, se dedicaban a conseguir fondos para el PSOE. Esta contaminación de puestos, explica otro experto en la materia, se da con más frecuencia en los niveles intermedios de los organismos, que ganan en número a los altos cargos y están menos expuestos a la opinión pública.