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El mirador

Diálogos para besugos

Julio G. Pesquera

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Sí titulaba La Codorniz una sección semanal en la que conversaban dos personajes que invariablemente comenzaban su plática de este modo: -“Buenos días”. -“Buenas noches”. Se puede deducir que la continuación carecía de toda coherencia, como, por otra parte, sucede tan a menudo en la vida corriente y como resulta evidente en las relaciones que, por medio de los hechos o de las palabras, mantienen los políticos entre sí y con los demás.
Conservo en la memoria un caso flagrante de hace algo más de una veintena de años: el fiscal José María Mena empapeló por el caso Banca Catalana a Jordi Pujol, reciente ganador, a la sazón, de las elecciones de Cataluña. Para desactivar el asunto, el prócer nacionalista se envolvió en la senyera y con el pretexto de que lo que deseaban los socialistas -Guerra faroleó con meterlo en la cárcel- era humillar a Cataluña, todo se quedó en agua de borrajas. No se trataba de esto sino de averiguar adónde habían ido a parar los millones de pesetas que costaron la ruina a muchos accionistas, pero la estratagema surgió efecto. Hace poco tiempo, gracias a un admirable reportaje emitido en Tele 5, hemos podido experimentar la náusea al conocer la personalidad del asesino de Ramón Baglietto, que ha cumplido la pena de cárcel a la que fue condenado, pero no ha pagado la indemnización, y se ha permitido abrir un comercio en los bajos de la casa que habita su viuda. Contra la provocación y la burla que tales hechos suponen se han rebelado las víctimas del terrorismo y todas las gentes de bien, lo que no ha sido óbice para que en el Ayuntamiento de Azcoitia, donde ambos residen, el PNV y EA hayan presentando una moción defendiendo el derecho del asesino a rehacer su vida. Nadie que se sepa, aunque a muchos le repugne, ha denegado tal derecho a Cándido Azpiazu; sólo se pretende que pague lo que debe y que no añada al sufrimiento de la viuda que tenga que cruzarse con el verdugo de su esposo. Pero los cínicos besugos han intentado el mecanismo de desviación, y en las gentes predispuestas a darles la razón, seguro que ha prendido. Tercer punto: al PP no le gusta el Estatuto para Cataluña porque va a suponer nada menos que un “cambio de Régimen”, va a romper España, la gripe aviaria, además, diezmará la población y se producirá un terremoto de nueve grados en la escala Ritchter. Pues sí. Ante semejantes catástrofes el partido está de romería por todo el país recogiendo firmas para convocar un referéndum tan ilegal como el que el mismo PP prohibió por ley para que no se celebrara el preconizado por Ibarretxe. Y mientras todo esto ocurre el personal anda preocupado por pagar la hipoteca, por sus condiciones de trabajo o por encontrar uno, por la inmigración, por la inseguridad, por la educación y otras zarandajas similares y está hasta el gorro de decir: “Buenos días”, y que le respondan: “Buenas noches”.
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