Cartas desde la charca

“No me pregunten cómo, pero el martes me hice un hueco en el salón de plenos para asistir al pleno de la moción. No faltaba nadie, oiga, y tampoco yo me podía quedar fuera, así que allí me colé y en tu fiesta me planté... Bueno, aquí, en contra de lo que decía la canción de Mecano no había Coca-Cola para todos ni algo de comer; más bien estábamos como sardinas en lata, pero el asunto merecía la pena, porque uno se echó unas risas. Hay que reconocer que Barceló tiene grandes dotes para llamar la atención, porque el numerito de las banderas (él es el más patriota, el más galapagueño de los galapagueños) no tiene precio, como tampoco lo de la hora de la presentación de la moción y demás cuestiones previas. El caso es que parece que el concejal del CDL (que también se ha quedado fuera de juego, otra vez) se picó y se dijo que esto no podía quedar así: y dicho y hecho, cuando le concedieron la palabra dijo que no era su turno, que él hablaba luego pero no ahora, invocó a Tocqueville, a los israelíes y a los palestinos, y dijo también que había motivos para presentar una moción de censura contra Carmen Toledano, pero votó que no; será que sigue cabreado con sus ex compañeros del PP. Y entonces, cuando todo parecía condenado a su fin, llegó lo mejor: Barceló dijo que él sólo votaba si era en secreto, que no quería que le viesen, que se violaba su derecho a la intimidad y otras cuantas cosas. Y no votó y se quedó tan pancho, aunque a nadie se le escapa que sus motivos tendría... ¿Qué hubiese votado? ¿Más bien sí, o más bien no? ¿Fueron los concejales de la Plataforma los únicos que estos meses atrás se han pasado por Génova? Las respuestas, en próximos capítulos...”.