Sólo Víctor Puerto paseó un trofeo en Moralzarzal

El pasado lunes, 20 de marzo, se celebró en la cubierta de Moralzarzal una corrida de toros. Un festejo de estos de inicio de temporada que sirven para que los toreros cojan sitio de cara a sus compromisos de Madrid o Sevilla.

La corrida era de carácter “mediática”. Nos referimos a toreros que aparecen en programas del corazón y que son seguidos por un determinado sector de público.

Se lidió una corrida de Juan Pedro Domecq, ganadero y ganadería que significa la antítesis de lo que es el toro bravo. Los toros fueron descastados, sosos, eran como animales domésticos, cosas tontas. Tuvieron nobleza, pero la nobleza sola no sirve. Juan Pedro lleva años echando agua al vino, y así está pasando.

Finito de Córdoba no se metió en exceso con su primero, un animal parado y noble con el que consiguió hilvanar varios muletazos con buena cadencia y ritmo, pero su faena no caló en el tendido. El cuarto llegó a la muleta sin celo, pero Finito le dio muletazos que en un principio parecían impensables debido a la poca transmisión de su oponente. Perdió un trofeo con la espada.

Víctor Puerto cortó una oreja del segundo, un animal descastado y flojo con el que construyó una labor alegre y comunicativa con el tendido. El quinto fue el animal con más posibilidades de la tarde. Puerto hilvanó un trabajo sobre ambas manos, pero debió bajar la mano. Faena superficial y mal rematada con los aceros.

Rivera Ordóñez no hizo nada. Su primero era un gato que no valía y con el sexto, parado y descastado, abrevió. Denotó aburrimiento y desgana. Estuvo ausente, como cansado . Lo de Rivera ya aburre. Basta.