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Juan Jiménez, triunfador en la feria de El Boalo

Por ALFREDO FERNÁNDEZ
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
El novillero Juan Manuel Jiménez, en una imagen de archivo
El novillero Juan Manuel Jiménez, en una imagen de archivo
Dos espectáculos taurinos se celebraron el pasado fin de semana en la localidad serrana de El Boalo coincidiendo con sus tradicionales fiestas de verano. Este ciclo sirve para dar el pistoletazo de salida al verano taurino en todos los municipios de la comarca. Luego vendrán Collado Villalba, Colmenarejo, Soto del Real... y así sucesivamente hasta el mes de octubre en que se echará la persiana con la feria de novilladas de Guadarrama.

Novillos de El Retamar
El festejo de más relieve en El Boalo tuvo lugar el domingo 6 de julio, con la celebración de una novillada con picadores. Se lidiaron seis novillos de El Retamar, que tuvieron mucho peso y lucieron una buena presencia, aunque los pitones ya fueron otro cantar. En general, el encierro de la ganadería colmenareña adoleció una vez más de manso, falta de raza, casta y clase, desarrollando dificultades para los toreros. Esta divisa acusa una mansedumbre galopante.

Tres orejas
El gran triunfador de la tarde fue el madrileño Juan Manuel Jiménez, que se llevó tres orejas en el esportón y tuvo una notable actuación. Mostró sus buenas cualidades y dejó patente que es un novillero con el que se debe contar.

A su primero le recibió con unos mecidos lances de capa, para iniciar una faena muy enfibrada. Corrió bien la mano al natural para tirar de un novillo parado y que no quería seguir los vuelos de la muleta. Con mucha firmeza de plantas, el final tuvo arrebato en unas ajustadas manoletinas. Se tiró con rectitud al morrillo del novillo de El Retamar y cobró una estocada desprendida de efecto fulminante. Las dos orejas fueron muy justas. Una más sumó Jiménez del utrero que cerró el festejo. Éste fue un ejemplar muy áspero, que protestaba por arriba y pegaba tornillazos. Requería una muleta poderosa para llevarle muy sometido por bajo, ya que tenía mucho genio y ni una pizca de clase. El novillero de Parla no dio un paso atrás, para instrumentar una labor donde consiguió muletazos de mucho mérito, ya que cuando el novillo no enganchaba las telas tenía mucha transmisión. Dos pinchazos antes de una estocada perpendicular hicieron que sólo cortara una oreja.

El resto del festejo no tuvo ninguna gracia, tanto por culpa del ganado como por la actuación de sus compañeros de terna.

Alejandro Parralo no se entendió con el primero, un novillo manejable pero que se acabó pronto. Su labor fue muy embarullada. Estuvo desafortunado a espadas. El que hizo cuarto salió descoordinado de un puyazo colocado en mal lugar y quedó lesionado para el resto de la lidia. Parralo se puso pesado, cuando el público le requería que le finiquitara con brevedad. Fue silenciado.

Juan José Varela se mostró muy nuevo para estas lides y dejó dos labores sin brillantez. Su primer oponente fue muy manso y Varela tampoco realizó nada resaltable.

El quinto fue un ejemplar serio y ofensivo que remendó la novillada, ya que por la mañana en el encierro se lesionó un astado en las calle. Varela pasó de puntillas, ya que el animal no descolgó nunca y se rajó y se fue a tablas muy pronto.

Novillada sin picadores
La feria comenzó el sábado 5, con una novillada sin picadores donde con seis erales de Nuria Aguirre hicieron el paseíllo Martín Núñez, Joaquín Carrio y Francisco Hidalgo.

Aunque el empresario es Víctor Aguirre, sería bueno que el Ayuntamiento exigiera a la empresa que contara con novilleros triunfadores con posibilidades y no con algunos como Parralo o Varela, que hacen que el espectáculo vaya por los senderos del tedio. Cuando actúa un novillero con ganas y ambición, como fue el caso de Juan Manuel Jiménez, el resultado es otro.
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