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El Pontón: un proyecto electoralista en vía muerta

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Maqueta de los bloques El Pontón, un proyecto en vía muerta
Maqueta de los bloques El Pontón, un proyecto en vía muerta
En el pleno celebrado ayer, el Ayuntamiento se comprometió a retomar el proyecto relacionado con los bloques El Pontón. Recordemos que a finales de la pasada legislatura, el alcalde, José Pablo González , anunció que había encargado un estudio a la empresa Larcovi a fin de estudiar la viabilidad de la rehabilitación de las 92 viviendas y 10 locales de los bloques El Pontón, situados en la calle Real y cuya construcción data de hace más de 50 años, en cuyos bajos se encuentran las actuales dependencias de la Policía Local y otras oficinas municipales.
La idea, dado el estado de deterioro que muestran dichos bloques y el hecho de que las viviendas carezcan de calefacción y que además sus usuarios estén obligados a subir hasta tres pisos de altura por no tener ascensor, a priori parecía bastante buena, y así lo manifestaron muchos de los propietarios de este inmueble.

Sin embargo, a medida que fueron conociendo los pormenores de dicha actuación, los ánimos se fueron enfriando, sobre todo desde el momento que supieron que la rehabilitación integral de los edificios, según los técnicos de dicha empresa, no iba a resolver el problema al presentar graves carencias, entre ellas la falta de aparcamientos, ascensores, etc. Larcovi, después de hacer sus números, propuso la remodelación completa del barrio, lo que suponía levantar de nuevo estos bloques, siempre que los vecinos estuvieran de acuerdo, e intentó vender las maravillas de un proyecto donde se recogía la eliminación de barreras arquitectónicas, la construcción de garajes, trasteros y calefacción de gas, añadiendo que esta obra no le iba a costar ni un euro a los propietarios porque (ahí llegó el punto conflictivo) sólo tendrían que abonar los elementos nuevos (garaje trastero, etc), lo que puso en guardia a los afectados, porque además de tener que abandonar sus hogares durante al menos dos años (periodo que aproximadamente podría durar la obra), tendrían que pagar los precios que la constructora estableciera por la adquisición obligatoria de lo que ellos denominaban nuevos elementos.

Larcovi hacía un negocio redondo, porque además de los ingresos que pudiera obtener por la venta de plazas de garaje y trasteros, conseguía del Consistorio una mayor edificabilidad, lo que suponía un aumento considerable de pisos, locales comerciales y de plazas de aparcamiento, que vendería en el mercado de la vivienda libre. Incluso se llegó a decir que los 8.470 metros de edificabilidad que tienen estos bloques podrían incluso duplicarse.

Inconvenientes y recesión
Ante los inconvenientes puestos por los propietarios de estos bloques, a los que las cuentas que les había hecho el alcalde no les salían, y el hecho de que se empezase a hablar sobre el futuro incierto que acechaba al sector de la construcción, las negociaciones se fueron enfriando y el proyecto que el regidor quiso vender a ese centenar de vecinos terminó en vía muerta, como ocurrió también con el proyecto faraónico anexo que contemplaba la construcción de un paso rodado por debajo de estos bloques y de la calle Real que tenía como objetivo unir la plaza Príncipe de España con la calle Julio González Valerio y la zona del río Guadarrama. Es previsible que con la experiencia de la obra de Honorio Lozano, González ya lo habrá desechado.
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