Opinión

Retorno a la autenticidad

EL MIRADOR

Víctor Corcoba

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Me pregunto después de haber visto esa multitud que sale en procesión, o que se acerca a las procesiones, que se afanan en multiplicarlas para contrarrestar a los que quieren eliminarlas, que de todo hay en la viña del Señor, si realmente siguen a Jesús en el camino de su pasión, extendiendo la mirada a todos los que hoy sufren en el mundo.

Quizás haya que retornar a la autenticidad de lo que representa procesionar las imágenes para que despertemos del letargo, de la dureza del corazón que muestran algunos frente a tantos desconsuelos.

No me cuadra este espíritu mundano que me entra por los ojos en cualquier esquina insensible 100 por 100, incapaz de ayudar a sobrellevar la cruz a los que en la cruz viven por méritos propios o porque la misma sociedad se la ha endosado, que no se gasta y se desgasta todas sus energías en confraternizar clases sociales, jerarquías, etnias y razas, religiones y políticas. Amando, en verdad, a ese Jesús que procesiona, que también se sintió abandonado, encontraremos el motivo y la fuerza para no huir de los crucificados del mundo actual, sino para aceptarles y tenderles una mano de consuelo. Hasta el amor para que sea auténtico hay que vivirlo intensamente, debe costarnos y debe producirnos afanes y desvelos. Volver a la autenticidad de un Jesús que vive en nosotros, en lo más profundo de cada ser humano, puede ayudarnos a comprender ese costado traspasado del Redentor, fuente para alcanzar el verdadero conocimiento de Jesucristo y experimentar más a fondo su indescriptible amor. La advertencia del Beato Angélico que “para pintar a Cristo, hace falta vivir con Cristo”; tal vez, de igual modo, para procesionar a Cristo haga falta vivir con Cristo.