Editorial

Semana Santa en la Sierra

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
En estas fechas son muchas las personas que deciden marcharse unos días de vacaciones, pero también muchas las que prefieren quedarse y que llegan a las distintas localidades de la Sierra, donde también se vive de manera intensa la Semana Santa. No faltan atractivos desde el punto de vista turístico, gastronómico, cultural y de ocio, y a ello hay que unir en algunos municipios las procesiones, en las que se mezclan religiosidad y tradición. Así ocurre en San Lorenzo de El Escorial, con unas arraigadas celebraciones que se encuentran entre las más destacadas de la Comunidad de Madrid. Aunque es cierto que en los últimos años ha descendido el número de cofrades que acompañan a las distintas imágenes, no lo es menos que la Junta de Cofradías hace un sobresaliente y callado esfuerzo para mantener e incluso aumentar la importancia de la Semana Santa sanlorentina, que vive el viernes su día grande con la procesión del Santo Entierro y también la del Silencio, un ejemplo de cómo las tradiciones se mantienen vivas pese a las dificultades que pueda haber, como lo fue también el hecho de que, en medio de una aparatosa tormenta, el Cristo de la Buena Muerte saliese el lunes de su capilla en el cementerio hasta la parroquia, acompañado de un numeroso grupo de personas.

No es San Lorenzo el único municipio en donde la Semana Santa se vive con intensidad. También Galapagar cuenta con varias procesiones, contando este año con dos importantes novedades: una nueva imagen de Jesús entrando en Jerusalén para el Domingo de Ramos y la creación de una cofradía formada por población de origen inmigrante, una buena muestra de integración e interculturalidad. Además, en Villalba saldrá la procesión desde la parroquia de la Virgen del Camino, en Valdemorillo encontramos desfiles procesionales con arraigo y en Torrelodones, con unas celebraciones crecientes en importancia, unos 200 tambores de dos cofradías de Zaragoza romperán el silencio el Domingo de Resurrección tras la emotiva procesión del Encuentro.