El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Zhao Qizheng, vicepresidente del subcomité de Exteriores de la Confederación Consultiva Política, acusó ayer a ONG, políticos, activistas e intelectuales extranjeros de estar utilizando la competición para intentar derrocar al Partido Comunista Chino.
El Gobierno chino ha salido al contraataque y se ha revuelto contra la lluvia de críticas internacionales que está cayendo sobre Pekín con creciente intensidad según se acercan los Juegos Olímpicos del próximo agosto. Zhao Qizheng, vicepresidente del subcomité de Exteriores de la Confederación Consultiva Política, acusó ayer a ONG, políticos, activistas e intelectuales extranjeros de estar utilizando la competición para intentar derrocar al Partido Comunista Chino (PCCh). "Algunas fuerzas antichinas en Occidente ven los Juegos Olímpicos como una gran oportunidad para forzar una transformación política", afirmó Zhao, quien añadió que los controles que ejerce Pekín sobre la religión y los medios de comunicación, los problemas de seguridad alimentaria y el papel de China en la crisis de Darfur han sido "muy exagerados" por la prensa extranjera.
Las declaraciones del ex director del Departamento de Información del Consejo de Estado (el Gabinete), recogidas por el Diario del Pueblo (órgano oficial del PCCh), coincidieron con la publicación por parte de Pekín de un informe que califica la situación de los derechos humanos en EE UU de "estar hecha jirones" y culpa a Washington de utilizar "un doble rasero". El estudio es la respuesta a la publicación dos días antes por el Departamento de Estado que arremete contra la situación en este campo en China.
"La crítica arrogante sobre los derechos humanos en otros países se produce siempre a la par que ignora de forma deliberada los graves problemas en su propio territorio", señala el informe, que es desvelado de forma anual pocos días después del norteamericano. "Esto supone la doble vara y la hipocresía de EE UU en el tema de los derechos humanos".
El Consejo de Estado asegura que "las prisiones secretas y la tortura se han convertido en sinónimo de América" y califica la invasión de Irak "del mayor desastre humanitario del mundo moderno", a consecuencia del cual, según dice, han muerto 600.000 personas, la mayor parte de ellas, civiles. Según Irak Body Count, un organismo independiente que sigue el conflicto, el número de víctimas civiles desde 2003 asciende a 89.000.
El estudio chino pasa revista en detalle a la pobreza en EE UU y la división racial, y destaca que 30.000 personas fallecen cada año en el país norteamericano por armas de fuego. También acusa al Ejército estadounidense de matar a civiles en Afganistán.
El informe de Washington ha sacado a China este año -para enojo de las ONG- de la lista de países que más violan los derechos humanos en el mundo, aunque asegura que la situación en el país asiático "sigue siendo mala". Y cita la persecución religiosa en Tíbet y la región musulmana de Xinjiang. "El Gobierno continúa vigilando, acosando y deteniendo a activistas, escritores, periodistas y abogados y sus familias", recoge el estudio, que menciona también el uso de la tortura con electrochoques y palizas, entre otros.
Yang Jiechi, ministro de Exteriores chino, se ha unido a la ofensiva diplomática para intentar salvar la imagen de unos Juegos en los que Pekín ha invertido miles de millones y que para el Gobierno son cruciales, ya que representan la gran puesta de largo con la que pretende mostrar al mundo los avances que ha experimentado el país desde que Deng Xiaoping lanzó el proceso de reformas, hará el próximo diciembre 30 años. La prueba más clara es que Xi Jinping, posible sucesor del presidente Hu Jintao en 2012, ha asumido la supervisión de los preparativos de la competición.
"Nos oponemos tajantemente a esta mentalidad de la guerra fría con la que se interfiere en los asuntos internos de China en el nombre de los derechos humanos", aseguró Yang en el marco de la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional, que finalizará el lunes. Y añadió que quienes intentan politizar los Juegos Olímpicos y dañar la imagen de China "no lograrán nunca su objetivo".