Luces y sombras
Manuel J. Ortega
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
En contra de lo que algunos dicen, yo pienso que la campaña electoral previa al 9-M está resultando bastante entretenida. Cierto es que que la precampaña ha sido un pelín larga y que en algunos ocasiones se ha asemejado bastante al clásico batiburrillo de una tómbola de feria utilizada por los dos grupos políticos mayoritarios de nuestro país, PSOE y PP, para, como si de una subasta abierta se tratara, intentar imbuir en las mentes de los votantes esa musiquilla pegadiza y bastante sugestiva de las desgravaciones fiscales, de los cheques regalo, de la supresión de algunos impuestos y de todas esas gaitas al uso por los políticos cuando está próxima la cita con las urnas.
Además, después de 15 años hemos tenido otra vez la oportunidad de ver a través de la pequeña pantalla cómo se fajaban los dos candidatos a ocupar el palacete de la Moncloa durante los próximos cuatro años, hecho que desató el interés de alrededor de 13 millones de españoles ansiosos de contemplar cómo el presidente, Rodríguez Zapatero, y el aspirante, Mariano Rajoy, se daban guantazos dialécticos y se echaban en cara algunos trapos sucios del pasado. No voy a realizar ningún tipo de valoración subjetiva sobre el mayor o menor acierto de los contendientes en este primer asalto ( para el próximo lunes está previsto el segundo y último de los dos pactados), pero ello no me impedirá calificar dicho enfrentamiento como un espectáculo muy saludable para nuestra democracia puesto que con ello ambos políticos y por tanto toda la familia política de nuestro país han conseguido vincularse algo más con la sociedad y ésta con las instituciones. Falta hacía.
Los restos mortales de Rogelio Baón Ramírez (en la imagen de la derecha), diputado del PP, presidente de los populares de Valdemorillo y desde las elecciones del pasado mes de mayo, primer teniente de alcalde del Consistorio de esta localidad, descansan desde el pasado miércoles en el cementerio de Valdemorillo. Una grave enfermedad puso fin a la carrera política de este toledano de 66 años de edad, afincado en la Sierra desde hace varias décadas, que desde el año 1989 había ocupado un escaño en el Congreso de los Diputados, siendo recientemente ratificado por su partido para revalidar dicho cargo en las elecciones del 9 de marzo, ocupando el puesto 17 de la candidatura por Madrid.
Abogado, historiador y periodista, Baón era el mejor estandarte de los populares en el municipio valdemorillense, donde además de ocuparse de poner orden en el partido aceptó gustosamente la invitación que le hizo la alcaldesa Pilar López Partida para que ocupase el segundo puesto de su lista en los últimos comicios locales, una decisión que muchos calificaron de importantísima, ya que permitió al PP hacerse con la mayoría absoluta en un municipio donde hasta la actual legislatura se habían prodigado los gobiernos de coalición. Y fue precisamente su incursión en la política local la que dio origen a una carta que me envió Rogelio Baón el día 8 de mayo de 2007, donde respondía a un artículo firmado por un servidor en esta misma sección bajo el título “¿De diputado nacional a teniente de alcalde?”, donde yo me preguntaba si esa incursión en la política local era altruista o tras ella se escondían otros intereses. Su templada respuesta me sorprendió y su explicación me convenció. Decía: “Es un honor y una inmensa oportunidad dedicarse a tus convecinos, escuchar sus problemas e intentar solucionarlos en un contexto donde la política es químicamente pura. Porque, además, es obvio que mi carrera no se ha orientado a lo municipal, a ser alcalde de Valdemorillo, pero eso no obsta para echar una mano a los tuyos si así te lo piden”. Lamentablemente, apenas tuvo tiempo de ejercer la política municipal porque la grave enfermedad que el pasado martes le arrebató la vida ya la estaba incubando y tampoco de conocernos, como me decía en su misiva: “No creo conocerte en persona, pero mucho celebraré que nos veamos algún día después de las elecciones para intercambiar puntos de vista”. Me lo he perdido y lo siento, pero la vida es así de cruel.
Si se cumplen las previsiones, es muy posible que antes de finalizar el presente año los nuevos planeamientos urbanísticos elaborados hace varios años por los ayuntamientos serranos y que, actualmente se encuentran a la espera de recibir el visto bueno de la Comunidad de Madrid, van a permitir poner en el mercado más de 25.000 viviendas, de las cuales casi un 50 por ciento serán de protección. Según las cifras a las que hemos tenido acceso, tres fincas van a protagonizar este crecimiento urbanístico a orillas del futuro Parque Nacional. Se trata de la situada en el entorno del SAU-2 (término municipal de San Lorenzo de El Escorial), donde el Ayuntamiento del Real Sitio se plantea construir alrededor de 1.200 viviendas; la de Los Pradillos de Guadarrama, un enclave con importantes especies arbóreas y arroyos donde se deja ver la cigüeña negra (en peligro de extinción) y que si nadie lo remedia está predestinada a albergar varios centenares de viviendas y una amplia zona comercial; y la tercera en discordia es la de Los Praderones de Moralzarzal, donde el alcalde José María Moreno ha ido reduciendo el volumen de edificabilidad hasta dejarlo en unas 1.000 viviendas, la mayoría de ellas de protección. El resto se las repartirán El Escorial (principalmente en El Ensanche), Cercedilla, Los Molinos, Valdemorillo, Hoyo y Manzanares el Real. ¿Habrá demanda para tanta oferta? Ya veremos.