El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Los primeros cambios serán la eliminación del permiso de salida y otras medidas migratorias
Llegó la hora de la verdad. Pasado el trago de la investidura y de la sucesión formal de su hermano, el nuevo presidente de los Consejos de Estado y de Ministros se enfrenta ahora al reto de ilusionar a sus compatriotas en un plazo razonable de tiempo. Y la única forma, hay consenso, es con cambios económicos y medidas que beneficien a la gente y lleguen al plato de la mesa, cuanto antes mejor. Junto a esta prioridad, arropado por la vieja guardia como símbolo de unidad, Raúl se dispone a remodelar el Gobierno y la Administración para en unos años traspasar a otra generación un modelo de revolución viable, con instituciones fuertes. Para simplificar: cambio en la continuidad.
El primer discurso de Raúl ante la Asamblea Nacional contiene las directrices fundamentales de su plan de gobierno. A algunos les pareció un discurso duro, cargado de referencias a Fidel que indicarían la frontera que no puede traspasar. Ello, unido a la designación de un representante de la ortodoxia como José Ramón Machado Ventura en el cargo de primer vicepresidente, significaría que hay pocas esperanzas de que se produzcan transformaciones de calado.
Otros analistas señalan que las lógicas menciones a Fidel y el nombramiento de Machado llegaron acompañadas de un compromiso claro con las reformas, que es lo verdaderamente relevante. Desde luego, reformas raulistas, dentro del socialismo y no para transitar hacia el capitalismo. Pero reformas.
¿En realidad, qué es lo que anunció ayer Raúl? Para empezar dijo, y pasó inadvertido, que la renuncia de su hermano a la presidencia había sido una "contribución" en aras de "asegurar desde ahora la continuidad de la revolución". Tras este primer gran cambio, Raúl habló de los mismos planes y medidas que ya había enunciado antes, pero con una diferencia sustancial: hoy empezó a correr el reloj de su mandato.
Las primeras reformas consistirán en levantar algunas de las prohibiciones que hoy molestan a los ciudadanos. Raúl, de 76 años, puso plazo para que lleguen las primeras. Será en las próximas semanas y se comenzará por las "más sencillas". El inventario de insatisfacciones es largo, empezando por las restricciones para viajar al extranjero.
Fuentes no oficiales pero cercanas al poder dijeron a EL PAÍS que las primeras serán medidas migratorias. Entre ellas podrían estar la eliminación del permiso de salida, mayores facilidades a los que regresan, permitir la salida de menores, prórroga del tiempo que un nacional puede estar fuera del país sin que se le considere quedado (pasaría de 11 a 24 meses).
Junto a éstas, se eliminarían medidas "que tuvieron como único objetivo evitar el surgimiento de nuevas desigualdades en un momento de escasez generalizada", según dijo Raúl en su discurso. No especificó cuáles, pero prohibiciones hay de todo tipo: para contratar una línea de teléfono móvil o de Internet, para adquirir electrodomésticos, para vender la casa que el Estado un día vendió subvencionados; para hacer turismo en un hotel. Rául advirtió que acabar con algunas de ellas demorará, puesto que implican "cambios en determinadas normativas jurídicas, además de que influyen en ellas" las medidas agresivas de Estados Unidos.
Estos primeros cambios, relativamente sencillos de hacer, granjearían a Raúl Castro popularidad en breve tiempo. Pero servirían de poco sin los cambios económicos, mucho más complejos. El domingo, Raúl puso como primera prioridad "satisfacer las necesidades de la población", partiendo del "fortalecimiento sostenido de la economía nacional y de su base productiva". En su discurso, mencionó algunas de las medidas "en estudio": "La reevaluación del peso cubano", la eliminación de gratuidades y subsidios, incluidos los de la libreta de racionamiento, y mitigar la distorsión que produce el fenómeno de la doble moneda.
Pero lo principal es producir riqueza, y para ello se analizan nuevas formas de estimulación salarial y cambios sustanciales en la agricultura. Dicen los expertos que esto incluiría nuevas formas de organizar la producción, con más espacios para la iniciativa privada, menos centralización y una revisión del modelo de propiedad estatal. Sin embargo, el verdadero reto de Raúl a medio plazo es la reforma del Estado. En el transcurso de este año, dijo, realizará una remodelación del Gobierno y una reducción de los organismos centrales del Estado para hacer "más eficiente la gestión" y reducir el exceso de burocracia. El propósito es fortalecer las instituciones y limpiar la revolución de estructuras y mecanismos obsoletos para legar un modelo viable a sus herederos. Un problema grave es el tiempo.