Opinión

La Sierra y su preocupante actualidad

Luces y sombras

Manuel J. Ortega

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
La Sierra tiene últimamente un excesivo protagonismo en los medios de comunicación nacional y este no se refleja precisamente en las secciones culturales, sociales, políticas o deportivas, sino en las de sociedad (sucesos), con robos, agresiones, accidentes de automóvil, ajustes de cuentas, tráfico de drogas y lo que faltaba para poner la guinda: actuaciones violentas protagonizadas por las bandas de latin kings o de grupos de ideología nazi (que de todo tiene que haber en la viña del Señor).

Incluso hace poco más de una semana, una cadena nacional de TV dedicó gran parte de un programa sobre delincuencia a nuestra comarca, destacando en el mismo la ola de robos llevados a cabo por bandas organizadas que actúan casi a diario en urbanizaciones pertenecientes a municipios serranos y que no dudan en recurrir a la violencia con tal de conseguir sus objetivos. Ahí tenemos el caso de la familia residente en la urbanización Roncesvalles, próxima al puerto de Galapagar, golpeados reiteradamente y con saña por unos ladrones que habían accedido a su propio domicilio o el del empleado de la Caja de Ahorros de Collado Mediano que recibió hace pocos días un tiro en el estómago por negarse a abrir la caja fuerte de su despacho a los atracadores. También las bandas nazis han dejado su huella estos días en nuestro entorno, sobre todo al llenar las paredes de pintadas xenófobas, caso de las aparecidas en la localidad de Hoyo de Manzanares en las que se podía leer: “Para qué experimentar con animales si tenemos inmigrantes” o la más reciente llevada a cabo junto al domicilio del edil de Izquierda Unida, José Ramón Mendoza, en las que amenazaban de muerte a este político local. ¿Dónde está aquella calidad de vida que apenas hace una década ofrecía la Sierra del Guadarrama?.

Pero al margen de estos desagradables y lamentables acontecimientos, los municipios de nuestro entorno tienen sus propias problemáticas domésticas y estas, aún siendo menos preocupantes que las mencionadas anteriormente, también marcan la actualidad de los colectivos vecinales. Ahí tenemos, por ejemplo, la presencia de parte de los decorados pertenecientes al nacimiento navideño de San Lorenzo de El Escorial amontonados en la plaza Jacinto Benavente, a la espera de que los voluntarios que contribuyeron a su instalación, los pongan a buen recaudo. Uno comprende que Pardito y sus colaboradores se encarguen del montaje de este magnífico nacimiento, obra realizada en plan altruista por un grupo de sanlorentinos, pero que el Ayuntamiento ni siquiera se digne a prestarles la más mínima colaboración a la hora de retirarlo de la vía pública, es para clamar al cielo. Y esta inhibición municipal resulta aún más incompresible, sobre todo si observamos el daño que ocasiona a esta localidad turística por excelencia el hecho de dejar inhabilitada, al menos parcialmente para los numerosos peatones que por allí transitan a diario una de las plazas más concurridas del Real Sitio, sirviendo además de “güeto” para los adolescentes sobre todo al anochecer, tal como pudimos observar el pasado viernes.

Y cambiamos de tema para hablar de los numerosos esquiadores, aficionados a la nieve o simples excursionistas que una vez más volvieron a colapsar los accesos al puerto de Navacerrada el pasado domingo. Afortunadamente la presencia de los agentes de la Guardia Civil de Tráfico impidieron que muchos automovilistas, especialmente los menos madrugadores, se quedasen tirados en la carretera ya que las zonas de aparcamiento estaban repletas desde primas horas de la mañana. Esta situación benefició sin duda a Navacerrada-Pueblo, puesto que entre aquellos que tuvieron que desistir de llegar al alto del puerto unidos a los que llevan años acudiendo a los establecimientos hosteleros de esta localidad para degustar su buena gastronomía o simplemente tomar el aperitivo, y los que gustan de acudir al tradicional mercadillo de los domingos, resultaba imposible encontrar una plaza de aparcamiento en su coqueto centro urbano. Así que nos tuvimos que dar la vuelta y dejar para mejor ocasión la visita a uno de los municipios serranos que, afortunadamente, aún siguen aguantando el acoso de promotores y constructores. Esperemos que sea por mucho tiempo.

Finalizamos hoy nuestro recorrido en Collado Villalba, donde continua la polémica en relación con el macroproyecto de remodelación de la calle Honorio Lozano. Así, en la mañana del pasado sábado, miembros de la Asociación de Electores Independientes (ADEI), cuyo portavoz en la corporación municipal villalbina es Alberto Sánchez, colocaron en el bulevar de esta calle una mesa informativa para explicar a los ciudadanos las peculiaridades de este proyecto a la vez que les entregaban un documento en el que se detallaban los pormenores de una obra que va a costar a nuestro Ayuntamiento y por tanto a los bolsillos de todos los villalbinos, más de 3.300 millones de las antiguas pesetas, además de un mantenimiento anual de 600.000 euros (cien millones). Y todo este desembolso se realizará a cambio de disponer de sólo 233 plazas en rotación, a las que se deben sumar las 260 de la Biblioteca que, curiosamente, llevan más de un año cerradas al público, supuestamente para ser incluidas en esta oferta. Las 534 plazas restantes que aparecen en el proyecto serán vendidas a promotoras que no puedan dotar a sus edificios de los garajes que exige el PGOU o a particulares que estén interesados en su adquisición. Pero una vez pasados los primeros siete años, la empresa concesionaria podrá optar por vender las plazas ahora destinadas a uso público. Los dirigentes de ADEI se sentían satisfechos por los resultados obtenidos con este acto público al constatar que los vecinos desconocían los pormenores de un proyecto que no va a resolver los problemas de tráfico en esta vía, pero sí van a disminuir las zonas peatonales, generando ruidos y barreras arquitectónicas molestas y, sobre todo, al comprobar que los pequeños y medianos comerciantes, pese a que su presidente diga lo contrario, ignoran los problemas que van a tener que superar durante los más de dos años que dure la obra con el consiguiente quebranto para su economía. Y es que uno está convencido que las verdades a medias son mucho peor que las mentiras, sobre todo cuando las dicen los aspirantes a políticos y el responsable de CyE, según hemos oído, ya está metido en esa onda.