Entrevistas

El guardián del tiempo

Juan Romero de la Osa
Relojero
Arancha Ortega | Miércoles 22 de octubre de 2014
Juan Romero
Vive en Villalba desde hace más de 30 años, pero nació en Aracena (Huelva)
A sus 69 años sigue acudiendo cada día a su relojería, ‘Casa Juan’
Ha sido miembro fundador de la Casa de Andalucía y trabajó como operador de cine en su juventud.

Con más de 50 años de experiencia, Juan, el relojero, como le conoce todo el mundo en Villalba ha conocido el engranaje de muchas de estas maquinarias. De hecho, hace más de 30 años este onubense arregló el reloj más importante del municipio, el del Ayuntamiento, lo que le permitió que se abrieran “muchas puertas en el pueblo”. Juan, fundador de la Casa de Andalucía, nieto, hijo y padre de relojeros, está a sus 69 años jubilado, pero asegura que no puede quedarme en casa, por lo que todos los días va a Casa Juan, su relojería, un lugar donde ha pasado noche tras noche arreglando estas máquinas del tiempo.
¿Cómo vino a parar de la Sierra de Huelva a la de Madrid?
Pues hace casi 34 años llegue a Villalba, por casualidad, ya que vine a pasar unas navidades en casa de mis cuñados y vi que aquí no había negocio de lo mío, y me dije: ¡éste es un buen lugar para emanciparme! porque trabajaba para otro relojero en Sanlúcar de Barrameda.

LLegar y besar el santo, porque su primer trabajo fue arreglar el reloj del Ayuntamiento...

Sí, fue por casualidad. Para comenzar a trabajar aquí necesitaba un permiso, por lo que fui a la Tenencia de Alcaldía. Allí el secretario me preguntó si era relojero profesional, porque el reloj del Ayuntamiento llevaba muchos años estropeado y que aunque habían venido tres relojeros nadie había conseguido arreglarlo.
¿Había llegado a verlo?
No, pero estaba tan seguro de que podría arreglarlo porque desde los 11 años trabajaba con relojes de torre con mi padre, que también era relojero, entre ellos el de Palos de la Frontera. Es una tradición familiar que viene desde mi abuelo.

Así que lo arregló...

Efectivamente, y aquello me abrió las puertas del pueblo, porque se corrió la voz. En 14 años aquel reloj de torre no dio ningún problema. Luego me llamó el que entonces era el alcalde, Carlos Julio López, para decirme que hacía ruidos raros y tenía un pequeño desfase... Le dí un repasillo y funcionó perfectamente hasta hace pocos años, que lo jubilaron por uno al que no había que darle cuerda.
¿Y qué pasó con aquel reloj?
Pues poca gente lo sabe, pero la maquinaria la tengo yo porque cuando se desmontó vi que se iban a perder las piezas. Lo tengo desmontado en unos cajones.
¿Antes se arreglaban más relojes que ahora?
Se siguen reparando, pero menos que entonces. Ahora lo que más se repara es el reloj antiguo, porque con él se conservan recuerdos, de padres y abuelos
Pero la maquinaria ha cambiado mucho en 50 años...

Para los profesionales un reloj no tiene secretos. Cuando comencé a trabajar en este oficio, los relojes eran de cuerda. Ahora, de aquellos apenas hay, pero aunque la relojería ha avanzado mucho el sistema siempre es igual.

Casa Juan ha pasado de ser un pequeño taller en un piso a una de las joyerías con más caché del pueblo, y de las manos de Juan a las de su hijo José Antonio, heredero de una tradición de “guardianes del tiempo”. José, como le llaman sus amigos, dice que siempre se sintió fascinado “por aquel trabajo que le llevaba a mi padre noches y noches en vela. Es un orgullo ser el heredero de una tradición familiar”.