Iván Vicente y Daniel Luque también protagonizaron buenas faenas, saliendo a hombros en la feria de San Blas
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Hubo que esperar a las corridas de toros para ver lo más notable de la feria de Valdemorillo 2008. Después de la celebración de dos novilladas sin relieve, la feria se enderezó un poco con la buena actuación de varios espadas. Entre los toreros que salieron a hombros se encuentran Daniel Luque, en una tarde muy redonda; Iván Vicente, que también tuvo buenos pasajes; y la importante actuación del rejoneador Diego Ventura. No hay que olvidar a Curro Díaz, que toreó para paladares exquisitos, y a César Jiménez, quien también puntuó en el ciclo. En cuanto al apartado ganadero hay que replanteárselo con urgencia, ya que es hora de que en esta feria se empiecen a lidiar encierros de ganaderías de plenas garantías y de primera fila.
La novillada picada programada en el abono de Valdemorillo fue un desastre. La culpa la tuvo un muy deslucido y blando encierro con el hierro del “Estoque” que no dio ninguna facilidad por su pobre juego. La terna de novilleros poco pudo hacer, lo que dio al traste con un festejo de escaso contenido. Los novillos tuvieron mejor presencia, sobre todo por sus finas defensas, que alguna de las corridas de toros.
La única oreja de la tarde fue a parar a manos de Pedro Carero en el quinto de la tarde, un animal noble y soso pero que ayudó un poquito más. El comienzo de faena de Carrero fue muy bueno y parsimonioso, para luego construir una faena muy compuesta y con soltura manejando los engaños. Cobró una efectiva estocada y hubo premio. Con su descastado primero poco pudo hacer.
Antonio Nazaré pasó de puntillas ante dos novillos sin clase donde no consiguió nada lucido, estando además desafortunado con los aceros.
Por su parte, Javier Cortés sorteó un novillo violento y con aspereza, al que debido a su escaso bagaje no logró meterle en las telas y sufrió varios achuchones por su falta de oficio, aunque nunca se amedrentó. Con el manso sexto el madrileño anduvo voluntarioso pero sin brillo.
En la primera de las dos corridas de toros programadas en la feria de San Blas, Curro Díaz y César Jiménez cortaron una oreja cada uno, ante un lote de “Peñajara” muy parejo y dignamente presentado. En general, los toros se dejaron mucho, pero pecaron de falta de fondo, ya que se apagaron pronto.
Curro Díaz cortó la primera oreja de la tarde al ejemplar que rompió el festejo. El de Peñajara tuvo un gran pitón izquierdo, con mucha clase y profundidad en sus embestidas. El de Linares dibujó dos series de muletazos de acusada personalidad, con mucho empaque y haciendo rugir los tendidos. Su faena estuvo preñada del buen gusto, del sentimiento y con un final prodigioso como sólo los toreros de su clase son capaces. Un contundente espadazo le puso en su mano la oreja de mayor peso del abono. No pudo rematar su tarde en el cuarto, ya que el toro se paró muy pronto y el diestro sólo pudo dejar pinceladas muy sueltas de bella expresión. Si llega a manejar la espada con más tino quizá hubiera tocado premio.
El otro trofeo de la tarde fue para César Jiménez, que dejó muy crudo a su segundo, motivo por el cual el de Peñajara llegó mucho más vivo a la faena. El diestro le entendió muy bien, dándole distancia y toreando desmayado y ligado. El cénit de su faena llegó en dos tandas de naturales muy reunidas, rematadas atrás y con la mano muy baja. Pinchó antes de dejar una estocada, lo que hizo que menguase el premio.
Antes, el de Fuenlabrada había estado espeso y mecánico ante un toro soso y sin ninguna transmisión.
Por su parte, Salvador Cortés pasó de puntillas con su primero, un animal sin raza. El astado que cerró la corrida tuvo tanta nobleza como escasa fortaleza, motivo por el que se cayó durante varias fases de la faena. El mérito de Cortés fue no aburrirse para intentar tirar de las embestidas con temple y pulso, ya que al mínimo tirón el animal doblegaba. Hubiera podido pasear algún trofeo pero se entretuvo en pinchar más de la cuenta.
De nuevo toros de Antonio San Román en Valdemorillo y de nuevo petardo de esta ganadería. El juego fue deslucido, pero con todo hubo dos ejemplares que hicieron salvar en parte una tarde que apuntaba a desastre.
Daniel Luque fue la gran sorpresa de esta feria de Valdemorillo 2008, cuajando una gran actuación y reafirmando todo lo bueno que ya venía apuntando en su etapa novilleril. Se le vio muy fresco delante de la cara del toro, muy inteligente y además toreando francamente bien a su primero, lo que le valió las dos orejas. Recibió al novillote con un ramillete de excelsas verónicas, ganando terreno y rematando con una media de cartel. El toro era impresentable para esta plaza por chico, y encima ni se le picó. Luque vio rápido que el animal no iba a durar y lo aprovechó pronto. Toreó con aplomo y seguridad. El de San Román se fue a tablas para rajarse. Luque le exprimió al máximo en una faena con mucha conexión con el tendido. Un pinchazo y una estocada abrían así la puerta grande para un torero que puede ser una de las sensaciones de este año. El sexto no tuvo un pase y Luque lo intentó con ahínco.
Iván Vicente sorteó el mejor toro de la tarde, aunque el picador de turno le hiciera menos sangre que cuando se le puso la divisa. Iván cimentó una faena muy firme, corriendo la mano con largura y temple en una labor de menos a más ante un toro que por lo menos tuvo transmisión y repitió las arrancadas. Lo mejor del torero de Soto vino en una tanda sobre la derecha al final de la faena más enfibrada y redonda. Una buena estocada le hizo acreedor del doble trofeo. Con su primero estuvo tesonero.
Salvador Vega pasó de puntillas por Valdemorillo. Sorteó un lote muy malo y parado, pero él tampoco terminó de meterse de lleno en faena en dos labores despejadas y sin terminar de apostar nunca.
Concluyó la feria de Valdemorillo el pasado domingo con un entretenido festejo de rejones donde Álvaro Montes, Sergio Galán y Diego Ventura salieron a hombros, aunque fue este último quien hizo lo más importante de la tarde.
Ventura es actualmente el mejor rejoneador después de Hermoso de Mendoza y tuvo una tarde de plenitud cortando los máximos trofeos. Practica un rejoneo que combina la espectacularidad y la ortodoxia, metiéndose al público en el bolsillo.
Sergio Galán realizó lo mejor de su actuación ante su primero, toreando a dos pies con mucho temple sobre su gran caballo Capea.
Por su parte Álvaro Montes cortó una oreja a cada uno de sus toros merced a sus violines y tras recibir con gran torería garrocha en mano al cuarto toro del festejo.