El paréntesis
Santín
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Estoy convencido que ningún observador político puede sustraerse actualmente a la tentación de analizar, sobre todo en un clima de crispación política como la que hemos vivido y la que estamos viviendo... ‘y lo que te contaré morena’.
Han sido, pues, 12 meses intensos donde no todo ha sido negativo, sobre todo en lo que respecta a las políticas sociales, de igualdad y de progreso que han tenido mucho más protagonismo que el esperado, con especial mención a la ley de violencia de género y a la de matrimonios homosexuales, aunque este último tema haya sido el inicio de un preocupante enfriamiento de las relaciones entre la Iglesia católica y el Ejecutivo, complicado posteriormente aún más con el manido y polémico tema de la asignatura de religión.
Enfrentados
Como cabía esperar, 2005 finalizó enfrentando definitivamente a los dos partidos más representativos de nuestro país. Rodríguez Zapatero siguió mostrando su pavor a alinearse con el PP en cualquier asunto, incluso aunque este se considerase de interés nacional, dejando en evidencia que cada día es más consciente de cómo llegó a la Moncloa, unas circunstancias conocidas por estar salpicadas de ciertas emociones tras los atentados del 11-M. Por eso, su objetivo se ha centrado en destruir al Partido Popular antes de abordar la próxima confrontación electoral, posicionamiento que se acrecienta tras observar en las últimas semanas las encuestas y sondeos realizados por los medios de comunicación donde se habla de un empate técnico entre ambas formaciones y un deterioro preocupante, según la opinión de los ciudadanos, de la imagen que están dando los componentes del Gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero. Este ambiente no favorece en absoluto su débil posicionamiento en el tema de las reivindicaciones que están poniendo sobre la mesa los partidos nacionalistas, bien vía Estatut, bien a través de otros planes salpicados de tintes separatistas.
Se dice que el PSOE quiere volver a tocar poder en el País Vasco y para ello es necesario que ETA abandone la lucha armada. Las buenas relaciones que últimamente viene manteniendo con el Gobierno del PNV le hacen abrigar esa esperanza, sobre todo si termina saliendo adelante el polémico Estatut catalán, lo que permitiría meter en las mismas ‘alforjas’ al Plan Ibarretxe, porque así y de una sola tacada dejaría contentos a los nacionalistas con mejor ‘pedigrí’ de una nación que, pese a todo, es lo suficientemente vieja y sabia como para mantener intacta su unidad y sus fronteras, eso sí, salvo que nuestros gobernantes pierdan la cordura y nos quieran hacer sufrir alarmismos absurdos.
Un país peculiar
Fernando Jaúregui, magnifico columnista político, escribía no hace mucho que “España es país peculiar, enfrascado siempre en problemas binarios, blanco o negro, Ortega o Unamuno, El Juli o José Tomás. Dilemas que han de helarte el corazón, como las dos españas machadianas. La orden de recortar unas capas de los madrileños provocó el motín de Esquilache. Y, para arreglar la cosa del Islam, alguien propuso liquidar las cabezas aparentemente cortadas de cuatro moros del escudo de Aragón”.
Esperemos que la cordura vuelva a imperar entre nuestros representantes políticos; que el interés general de los españoles se anteponga a los de los propios partidos y que los nacionalistas ‘aparquen’ de una vez por todas parte de sus ansias independentistas. Si se consigue todo esto seguro que España será mucho más habitable que durante ese 2005 que acabamos de despedir.