Deportes

Una figura irremplazable

Elbarómetro

JAIME FRESNO | Miércoles 22 de octubre de 2014
Quique Blas representaba todo aquello que necesita el Deporte para sobrevivir por su base. Alejado de los vicios propios de la élite, creyó a ciegas en la formación de deportistas y en el celo organizativo hasta crear una de las bases estructurales más importantes del voleibol madrileño, sea como entrenador o dirigente. Buenos resultados aparte, bajo su dirección crecieron centenares de deportistas, en una tarea, conviene recordarlo, que fue un extra a su ya de por sí excelente trabajo como técnico municipal y que explica su amor por el voleibol. Ya lo tenía cuando vivía en Cercedilla, pero, hace ahora 25 años, sacó todo el jugo a esos sentimientos cuando aunó esfuerzos con Martín Soria, la otra gran personalidad del voleibol villalbino, entonces asesor municipal en la organización de eventos deportivos. La trágica muerte de su amigo Martín en el siniestro de la discoteca Alcalá 20, con sólo 22 años, dejó a Quique solo ante el peligro. Y Quique, fiel a Martín y a su propia filosofía, empezó por crear el Memorial a su amigo. Un partido anual que, en una trágica casualidad del destino, el domingo tuvo que anularse porque su gran mentor había muerto sólo unos instantes antes. Todos los jugadores lo conocen, todos han tratado con él, y yo, que no juego, sé poner los dedos para recepcionar y colocar porque él me lo enseñó, con paciencia, con celo, con ese aire de seriedad que desprende el profesor apasionado con lo que enseña. Su legado deportivo es ése, esos centenares de deportistas que asistieron al multitudinario y sobrecogedor funeral del lunes. Su legado humano es irremplazable, en su familia, en el club, en el Pabellón, en la Peña El Paraíso, en Villalba, y hasta en Priego, donde iba a pasar sus vacaciones con doña Felisa, su madre. Allí, en Cuenca, en el pueblo de Luis Ocaña, echan de menos a un entrañable jugador de cartas.