Opinión

Pacto por la vida

El mirador

A. Berenguel

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
El pasado 27 de enero tuvo lugar en Barcelona el acto convocado por el Pacto por la Vida y la Dignidad bajo el título Por la vida, la familia y las libertades, ¡unidos podemos!. Soy una joven ciudadana de a pie y me gustaría destacar que de miles de personas de tan distintas edades y opciones políticas se hayan reunido bajo un mismo lema sin reclamar ningún privilegio ni siquiera para ir contra nadie. Simplemente para reivindicar derechos que nos corresponden a todos y una legislación que contribuya al desarrollo de la sociedad y no a su destrucción.

Resulta gracioso que algunos nos tachen de raros o retrógrados a los que abogamos por la normalidad y el bien común. ¿Es tan extraño o supone un mal para la sociedad pedir que se respete la vida desde el momento de la concepción? ¿Que se proteja a la familia como núcleo esencial para el desarrollo físico-psíquico de la persona, que tiene su origen en el amor comprometido y fecundo de hombre y mujer? ¿Que los padres puedan educar a sus hijos y elegir el centro escolar que deseen para ellos? ¿Que cada cual pueda profesar libremente su fe y celebrar actos de culto donde le plazca?.

Y yo pregunto a nuestros gobernantes: ¿A qué conduce promover el aborto, equiparar las uniones homosexuales al matrimonio, reducir el matrimonio a una simple formalidad menos protegida que un alquiler, arrogarse la prerrogativa de suplantar a los padres y condenar la religión bajo la bandera de un pretendido laicismo mal entendido? No vengan luego a decirnos que el país va bien y que esta es una sociedad plural y respetuosa. Por favor, no nos confundan con borregos.