El mirador
G. Parente
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Supo actuar en la discreción política mientras Chirac era el todopoderoso de Francia, supo asumir los conflictos sociales exteriorizados con la quema de coches como ministro del Interior, supo presentar la imagen de enérgico salvador que la sociedad francesa necesitaba para solucionar sus innumerables problemas.
Pero una vez en el Elíseo como presidente de Francia pisó el acelerador a fondo y, apoyado por los medios de comunicación, se lanzó a resolver problemas tan difíciles como la liberación de las enfermeras búlgaras condenadas a muerte en Libia o la tripulación española y los miembros de la ONG acusados de secuestrar a niños en el Chad. Así consiguió un éxito internacional clamoroso. En el corto tiempo de su presidencia, ha recuperado para Francia el nivel de gran potencia que es y quiere ser. De la mano de los principales líderes europeos ha reclamado que la Unión Europea sea considerada como pieza clave en la política internacional. Para ello viajó a Washington y Moscú, para recuperar las buenas relaciones que Europa necesita con estas dos potencias. También logró buenos contratos con Argelia, Libia y Marruecos, donde se presentó como un líder europeo muy próximo al Magreb.
Y en su reciente viaje a los Emiratos Árabes Unidos ¿? -muy ricos en petróleo, situados en una región explosiva desde el punto de vista estratégico, concretamente en el Golfo Pérsico frente a Irán- Sarkozy ha conseguido contratos para vender barcos y aviones, construir dos centrales nucleares y que se acepte una base naval francesa importante en su costa. No cabe duda que este presidente sabe lo que quiere para Francia.