Opinión

¿Podemos ser tan ridículos?

J. D. - Torrelodones

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
En un país donde el sistema escolar hace aguas por todas las partes, donde la mayoría de los profesores (si pueden) se jubilan a los 60 años para de esta manera poder dejar de ir a unas aulas de las que desde hace tiempo ha huido el respeto, la disciplina y la obediencia mientras llegaban los padres de alumnos (no todos, claro está) dispuestos a maltratar a los maestros y donde no es muy difícil escuchar a los pequeños escolares expresiones como: “Si me tocas se lo digo a mis padres y te denunciamos”. Pues bien, cayendo todo esto es para echarse a reír ver cómo sus señorías del Congreso de los Diputados quieren incluir en el Código Civil el pescozón o el cachete en el culo, propuesta que esperamos eche atrás el Senado.

Y es que en este país somos tan avanzados, tan modernos, tan in, que ya sólo falta reglamentar la poesía, no sea que a alguien se le ocurra llamar negro al negro. Pienso que, sin saber cómo, hemos pasado de ser políticamente correctos a estar correctamente ridículos.