Enrique Ponce, en la inauguración de la plaza de Moralzarzal
ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Moralzarzal se ha convertido en la feria más relevante de la Sierra. El hecho de haber levantado ese formidable coso le da derecho a ello. La plaza realizada por el Ayuntamiento a través de la venta de los locales de la planta baja ha sido todo un ejemplo. Una obra faraónica y muy importante para la Fiesta taurina de Moralzarzal y de toda la comarca. El coso se inauguró el 25 de septiembre con la plaza llena y una corrida justita de raza y fondo de Carmen Segovia para César Rincón, Enrique Ponce y Sebastián Castella, que dieron una gran tarde, mostrándose muy por encima de sus antagonistas. Castella dio una dimensión de torero importante y con dotes de mandar en el toreo. Ponce gustó por su maestría. Ambos salieron a hombros. Rincón tuvo mala tarde y mal lote.
Cinco novilladas compusieron el abono. De todas ellas hay que mencionar a la triunfadora, Torrenueva, que vio como se indultaba al novillo “Jugador”, a cargo de David Mora, que tras una buena faena y cortar los máximos trofeos se alzó con el “Frascuelo de Oro”. También el bravo novillo “Buscón” veía como se le daba la vuelta al ruedo. Novillada completa en su conjunto y donde también tuvo buenos pasajes Alejandro Morilla con dos orejas.
También gustó la novillada de Hermanos González, la mejor presentada de la feria y donde hubo un par de novillos aprovechables que fueron a parar a Pérez Mota, dejando patente ser un coleta a tener en cuenta para la próxima temporada.
El resto de novilladas no funcionaron del todo. La de Ángel Luis Peña resultó sosa; la de Clairac, deslucida (aquí gustó y triunfó José María Lázaro), y la de Ramón Rodríguez, remendada con dos novillos, tampoco agradó.
Collado Villalba
Uno de los municipios que más se gasta en toros en la Comunidad de Madrid, Collado Villalba, arrojó unos resultados muy pobres para la cantidad de festejos que se celebran. En el barrio de El Gorronal tuvo lugar un festival picado donde hay que subrayar la artística faena de Julio Aparicio y una novillada sin caballos donde triunfó Marco Leal.
Apenas fue público.
En San Antonio se cambió de empresa. No fue Entero, fue Prestacar. Hubo muchas presiones de diverso tipo para que esto no sucediera. Gracias a la Comisión de Mayordomos se impuso la lógica razonada: se hizo una feria algo mejor a las que nos acostumbraba Entero y encima el Ayuntamiento se ahorró unos cuantos miles de euros.
La novillada picada local de Hermanos González Rodríguez tuvo un comportamiento de lo más interesante, destacando al novillo “Pantera”, que recibió tres puyazos y al que el novillero Medhí Savalli le cortó los máximos trofeos.La corrida de toros de Jiménez Pasquau, sin tirar cohetes, fue la mejor presentada de todas las que se celebraron en este ciclo, aunque resultó parada y mansa. Hay que destacar la impronta de Curro Díaz y la gran actuación de “Paulita”, que mostró sus credenciales de clase y valor. Las novilladas sin picadores de “El Retamar” y Sanz Colmenarejo resultaron amoruchadas y aburridas. El palco presidencial estuvo serio.
En Santiago Apóstol volvió a fallar el ganado, aunque esta feria tiene una virtud: el público es santo, la presidencia es una tómbola regalando orejas y empresa, Ayuntamiento y aduladores la maquillan. Afortunadamente, el abono es barato y el público responde. Si fuera por las entradas sueltas no iría nadie. Tienen unos precios vergonzosos. Se nota que los palmeros no pagan, sino otro gallo cantaría. Es lo de siempre, mucho ruido... y poco toro.
El triunfador del serial fue Miguel Abellán, que verdaderamente tuvo una tarde importante del único toro potable del descastado y presuntamente manipulado de pitones encierro de “Parladé”. Lo de Jesulín y “El Cordobés” fue una chufla, pero todos contentos. Fue una parodia que gustó a varios. Respetable.
Pongámonos serios para hablar de la seria y astifina corrida de “Guadaira”, donde dentro de la desigualdad hubo dos toros excelentes. Uno le cuajó pero no le mató Luis Miguel Encabo y otro fue para “El Fundi”, quien también le desorejó. El espectáculo tuvo su importancia. No tuvo nada de nada la “moruchada” corrida de Antonio San Román, totalmente descastada y soporífera.
La novillada de “La Laguna”, terciada y con cara, nadó entre la mansedumbre y la falta de fondo. Aquí brilló Alberto Aguilar en su última tarde de éxito de 2005. La otra novillada resultó un bodrio.