Opinión

La mala educación

El mirador

V. Corcoba

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Esto de vivir soportando la persistente olla de grillos que nos asalta en cualquier lugar, incluida la habitación íntima de nuestras soledades, saca de los nervios a cualquiera, poniendo en peligro la convivencia pacífica. A punta de bramido, días y noches, noches y días, chacales del guirigay más horrendo nos roban el silencio y encima nos mandan callar. Jamás comprendí porque uno tiene que aguantar y tragarse la cantinela estridente porque a un tipo (o tipos) le venga en gana.

Ahora, no sé si porque estamos en periodo electoral y la suma de desesperados pueden dar una buena ración de votos, resulta que la ministra de la Vivienda, Carme Chacón, está dispuesta a ser la primera legionaria en tomar filas contra los agresores; porque, ya va siendo el momento de que el ruido se considere una agresión en toda regla y una intromisión en el ámbito privado de la persona. Al parecer, según ella misma reconoce, son 13 millones de ciudadanos/as los que tienen problemas con el ruido en sus hogares. A esto hay que sumarle los que tienen el problema de puertas afuera de sus casas. Pero, en fin, señora ministra, yo le reconozco su valor, pero el problema no es sólo de su ministerio, no tome más carga de trabajo que con la política de vivienda ya tiene bastante para quitarle el sueño; entiendo que es un problema del Consejo de Ministros, un problema de Estado, si quiere un problema europeo de los países industrializados o con cierto nivel de desarrollo, aunque bien es verdad que nuestro país es puntero en la contaminación acústica. Conviene recordar que en muchas ciudades españolas o pueblos, centenares de ciudadanos han tenido que recurrir a los tribunales de justicia denunciando a las autoridades locales por no hacer cumplir las leyes o recurriendo sus ordenanzas por excesivamente permisivas.