L. C. M - Torrelodones
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
A pesar de que el cambio climático sigue ahí; que el calentamiento global es ya una realidad en nuestras vidas y empieza a detectarse en las amplias e irrecuperables zonas de nuestras costas; de las sequías que afectarán al caudal de nuestros ríos y de nuestros bosques hasta convertirlos en desiertos forestales, sin olvidarnos de nuestro campo, donde empiezan a desaparecer los cultivos de toda clase de cereales, trigo, maíz, etc. Y esto es estremecedor, sobre todo si recordamos que hubo otros calentamientos en épocas históricas y que aquellas sequías fueron descritas como plagas e hicieron desaparecer civilizaciones como la Maya o dinastías como la de Tang de China.
Y si este otoño es el más seco de los últimos 40 años, tan sólo nos quedan otros tantos para conocer las consecuencias, porque cuando el agua y los alimentos empiezan a escasear, puede que empiece la extinción. Claro que no faltará una lista de compra, como en el año 42, para improvisadas viandas y una libreta del tendero para préstamos al consumidor. Y todo esto porque nadie parece dispuesto a asumir responsabilidades y reducir, entre otros, el agujero de ozono.