Tribuna
Pablo Martínez
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Llevo varios días observando con mucho interés el llamado ‘caos de Barcelona’ provocado por las obras del AVE, y he de reconocer que he sonreído en más de una ocasión. No es que la cosa esté para bromas en la Ciudad Condal, pero hay situaciones, hay responsables públicos y hay actuaciones que se evalúan mejor en la comparación.
Ocurre que después de algunos retrasos, de los famosos socavones y de bastante presión por parte de los medios de comunicación, el presidente del Gobierno en persona da un paso al frente para intentar solucionar de alguna manera los problemas, se responsabiliza de todo e incluso filtra a la prensa que le va a quitar la obra a la concesionaria OHL. Qué diferencia con lo que hemos visto en Collado Villalba con el famoso túnel-parking de la calle Honorio Lozano.
Y no es que ambas obras sean comparables, porque la de Collado Villalba es bien sencillita si se cuenta con los responsables adecuados, y si no son los adecuados por lo menos que sean responsables. Es sencilla pero la han complicado hasta el ridículo, incluso teniendo que levantar la rotonda de la calle Real una vez casi terminada porque estaba descentrada. Esa misma rotonda incorpora una fuente a la que ya llaman Guadiana, porque unos días funciona y otros no. Por supuesto, también hemos tenido algún socavón que incluía aquel lamentable espectáculo de responsables municipales y personal de la concesionaria intentando tapar el objetivo de la cámara del redactor de El Faro del Guadarrama para que no pudiera reflejar el hecho. Nos han instalado junto a la ITV una magnífica planta de venta de áridos con montaña de escombros incluida para mayor lucro de la concesionaria. Y por supuesto también tenemos retrasos en la finalización, y no de un mes o dos en un trayecto que duraba varios años como el de Barcelona, sino de seis meses en una obra programada para un año; es decir, que de momento llevamos un retraso del 50 por ciento.
Por eso decía al principio que en la comparación hay veces que se evalúa mejor. No es que tengamos que culpar a alguien en particular de todos los despropósitos de esta obra, pero siempre hay un máximo responsable para todo. Seguramente muchos hemos echado de menos que alguien dé la cara y explique a los ciudadanos qué es lo que está pasando. ¿Se ha planteado el Ayuntamiento de Villalba en algún momento quitarle la concesión de las obras a los actuales constructores? ¿Se impondrán las penalizaciones adecuadas al retraso en la finalización, teniendo en cuenta que se garantizó que terminarían en mayo? ¿Alguien va a dar la cara ante los ciudadanos? Dirán que soy un poco nihilista, pero estoy seguro que hay una única respuesta válida: no.
El Ayuntamiento aseguró en su día que una de las razones de mayor peso para adjudicar la obra fue el plazo de finalización. Por este motivo ganó el concurso la empresa más cara de todas y los responsables municipales defendieron el lance con inesperado entusiasmo. Hoy podemos ver que hay dos opciones: o la empresa mintió vilmente al fijar en un año la finalización o son unos absolutos incompetentes.
No es que vayamos a comparar la empresa del túnel de Honorio Lozano con OHL, ni a los responsables municipales con el presidente del Gobierno, pero las actitudes y las aptitudes saltan a la vista de todos. Decía Zapatero hace poco que a una persona se le puede decir cualquier cosa si es con una sonrisa en la boca, y a mí me parece que con esto del túnel están siguiendo la misma estrategia, pero con una pequeña variación: en lugar de sonreírnos se están riendo a carcajadas de nosotros.