Cartas al Director

Botellón y salud pública

P. RODRÍGUEZ - Torrelodones

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
El botellón aunque sus consecuencias si puedan serlo, no es una cuestión de orden público, sino de salud pública. Evidentemente los vecinos que residen en el entorno de los lugares donde se realizan este tipo de encuentros nocturnos se ven afectados, sobre todo por el ruido, pero también lo estarían si no se consumiera alcohol y los participantes se limitasen a reunirse para hablar de sus cosas.

Si hace décadas las verbenas nocturnas a las que acudían padres y abuelos de los actuales ‘botelloneros’ -y que seguramente acababan también, en más de una ocasión, en desórdenes públicos- se celebrasen semanalmente y en pleno casco urbano, seguramente habría las mismas protestas que ahora se producen con el botellón, de modo que las cosas no han cambiado tanto.

Ahora bien, el estorbo se ha trasladado al centro de las ciudades y los hosteleros pierden dinero si los jóvenes consumen fuera de sus locales -conviene no perder de vista este pequeño detalle-, de ahí la dramatización en torno a una cuestión en la que lo verdaderamente preocupante -y lo que parece pesar menos a la hora de ofrecer soluciones- debería ser pensar que hacen niños de 12 y 13 años de madrugada en las calles, beban o no beban. Desde luego llama la atención que se trate de proteger la salud de personas adultas prohibiendo, por ejemplo, el consumo de tabaco en los lugares de trabajo y se actúe con total permisividad ante un problema en el que muchos de los protagonistas son menores de edad.