El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
La semana pasada tuve que pasar por las inmediaciones del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (llevaba casi dos años sin hacerlo), y para mi sorpresa me topé de nuevo con el famoso ‘laberinto’, zona que indudablemente hace honor a su nombre y si alguien lo pone en duda que se lo pregunte a alguno de los muchos visitantes que acuden por primera vez a este municipio y que, por ignorancia o simplemente por comodidad, pretenden llegar al volante de su vehículo hasta la misma Lonja.
Yo pensaba que un Ayuntamiento que aparece en TV y en los medios de comunicación nacionales cada dos por tres para presentar grandes proyectos o simplemente por sus connotaciones históricas-monumentales, habría realizado ya las obras necesarias para facilitar a los conductores el paso por un lugar tan concurrido como el que nos ocupa.Y no es que yo sea una iluminada ni nada parecido, pero creo que con una simple rotonda el asunto quedaría resuelto para satisfacción de todos. Pero ya veo que no, que ahí prosigue ese absurdo y obsoleto diseño circulatorio que, teóricamente, sirve para regular nada más y nada menos el tráfico procedente de la calle Juan de Toledo en dirección al Monasterio, la Villa de El Escorial o la carretera de la Cruz Verde, por poner algunos ejemplos.
María José Cebrián
TORRELODONES