Opinión

El ciclismo sigue bajo sospecha y la Vuelta a España lo acusa .- Sierra rica, transporte público pobre

Luces y sombras

Manuel J. Ortega

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
La Sierra del Guadarrama ha sido escenario durante muchos años de importantes pruebas ciclistas, lo que sin duda ha servido para fomentar la afición de sus vecinos al deporte del pedal. Tanto es así que nuestra comarca, durante varias décadas, ha sido escenario privilegiado para los organizadores de este tipo de eventos, donde la presencia multitudinaria de aficionados estaba garantizada en las cunetas de las carreteras o en las cumbres míticas de Abantos, Cotos, Navacerrada o el Alto del León. También la Vuelta a España, sobre todo en las últimas ediciones, ha apostado por la Sierra como paso previo a la llegada de la serpiente multicolor a la capital de España, decisión que lamentablemente ha venido a coincidir con el declive alarmante de un deporte que ha sido y sigue siendo protagonista de numerosos casos de dopping, de investigaciones policiales y judiciales y de la huida de la mayoría de sus patrocinadores. Esta crisis quedó reflejada en la exigua presencia de aficionados en la etapa celebrada el pasado viernes con final en Abantos, o la contra reloj, al día siguiente, de Collado Villalba, con salida y llegada a esta ciudad donde el público congregado es estos dos municipios en cada una de las jornadas apenas superó los 2.000 personas.

Víctor Cordero, director de la ronda española, tras reconocer la crisis que padece este deporte, ha anunciado que el próximo 23 de octubre se van a reunir los representantes de las tres vueltas ciclistas más importante del mundo (Tour, Giro y Vuelta), con federaciones y gobiernos para analizar y posteriormente intentar resolver los problemas que manchan la imagen de este deporte. “Es preocupante, añadió, la situación por la que atraviesa el ciclismo tras los escándalos de dopaje que han manchado su imagen”.

No vamos a descubrir nada nuevo si decimos que la principal causa de esta situación es consecuencia de los numerosos casos de dopaje protagonizados por unos deportistas que han pasado de gozar de la admiración y el cariño de millones y millones de ciudadanos a estar totalmente desacreditados y bajo sospecha. Recordemos que hace cuatro o cinco años, coincidiendo con la edición del centenario del Tour de Francia, en algunas de las etapas retransmitidas por TVE se alcanzaron cotas que rondaban los 4 millones de telespectadores. En el de este año, con triunfo de un corredor español, Alberto Contador, la cota de pantalla no logró superar la barrera del millón y medio y en la Vuelta, recién terminada, los datos facilitados por los organizadores se sitúan en un promedio de 800.000 telespectadores por jornada, cifra que justifica la exclusión de este deporte del catálogo de competiciones de interés general. Las grandes empresas que en su condición de patrocinadores eran los que daban soporte, dinero e infraestructura a los equipos, se han retirado porque no quieren correr el riego de ver a sus patrocinados implicados en casos de dopaje. Y si esto no da un giro de 180 grados, comunidades y ayuntamientos van a tener que empezar a pensárselo antes de gastar los dineros de sus contribuyentes (unos 200.000 euros por etapa) en un deporte cuya imagen actual no es la más recomendable para vincularla a una institución pública. Y siento decirlo, porque tan compleja situación puede llevarnos a cometer la injusticia de meter en el mismo saco a justos y pecadores.

TRANSPORTE PÚBLICO.- Creo que fue Eduardo Mangada, consejero de Política Territorial en el Ejecutivo regional que allá por mediados de los años 80 presidía Joaquín Leguina, el que bautizó despectivamente a nuestra comarca como “Sierra rica”, calificativo que desde mi punto de vista no se ajusta a la realidad, de ahí que nos haya perjudicado, porque como este político gustaba decir “ahí viven los ricos y esos no necesitan ningún tipo de ayuda de la administración autonómica”. Pues bien, sea este u otro el motivo, la verdad es que tanto la Comunidad de Madrid, a través del Consorcio de Transportes, como Renfe, en todo lo relacionado con el transporte público, nos tienen bastante abandonados. Como ejemplo ahí están los proyectos del metro ligero apadrinados por el Ejecutivo madrileño que en la zona noroeste sólo llegan hasta Boadilla del Monte, ignorando olímpicamente el corredor situado entre Valdemorillo y Colmenar Viejo, con municipios como Guadarrama, Cerceda, Manzanares, Soto o El Boalo, que al carecer de ferrocarril parecen condenados de por vida a utilizar la carretera. También es significativo ver el abandono en que se encuentran las estaciones de San Yago, Las Zorreras, Los Negrales o Mataespesa , en cuya conservación Renfe no se ha gastado ni un sólo euro en los últimos 20 años. ¿Qué me dicen de esas paradas técnicas que tienen que realizar a diario en estaciones intermedias los trenes de Cercanías que van a Madrid para dejar paso a los de largo recorrido, lo que ocasiona retrasos de 15, 20 y hasta 30 minutos a los miles de usuarios que utilizan esta línea a horas punta. ¿ Y qué se puede decir del transporte por carretera, carente de estaciones de autobuses adecuadas, con paradas sin marquesinas, incumpliéndose en muchos de los trayectos los horarios y con los viajeros hacinándose en unidades viejas e incomodas?. Dudo lo de Sierra rica pero lo de transporte pobre, como pueden apreciar, sí que es una realidad.