López Chaves, con el gran toro lidiado por Adolfo Martín (Foto: G. Matamala)
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
La feria de San Lorenzo de El Escorial 2007 resultó de lo más brillante. Una de las más destacadas que se recuerdan en años. A ello contribuyó la gran tarde protagonizada por Julio Aparicio, que regresaba a esta plaza después de mucho tiempo, pero que llevó a cabo una actuación que será recordada para siempre. A su clamoroso triunfo hay que sumar una gran faena de Talavante o la extraordinaria corrida lidiada por Adolfo Martín, con tres ejemplares de nota. El empresario del coso del Real Sitio, Francisco Romero, compuso una feria notable y la lástima fue que no asistiera todo el público que cabía esperar.
El 10 de agosto hicieron el paseíllo Aparicio, Talavante y Enrique Ponce, que sustituyó a herido Cayetano Rivera. El empresario no se alivió y reemplazó un torero de tirón por una figura. Es un tanto a su favor. La corrida de Juan Pedro Domecq, aceptablemente presentada, dio un juego desigual aunque en líneas generales tuvo nobleza pero adoleció de escaso fondo y raza. Aparicio llevó a cabo un faena memorable en su primero y embrujó el albero sanlorentino con fases excelsas de toreo caro y sentido. Un artista que se gustó especialmente sobre la mano zurda en tandas donde destapó el tarro del toreo de duende de sus mejores tiempos. Faena muy barroca e inspirada que no tuvo el refrendó de la espada, por lo que todo quedó en un trofeo. Pero Aparicio no se conformó y en el quinto salió a darlo todo. Éste fue un sobrero muy huidizo en los primeros tercios, pero que llegó al último con mucho poder. El diestro, pleno de disposición y entrega, volvió a tener momentos inspirados, sobre todo al natural. Tras un espadazo cortó dos orejas, Lástima que abusara de alardes y gestos que poco le favorecen.
Alejandro Talavante también tuvo una destacada actuación en el tercero que le sirvió para cortar otras dos orejas. El toro fue noble pero sin celo ni repetición. Talavante le entendió muy bien en una faena de mucha exposición donde incluso fue volteado. Pisó terrenos muy comprometidos, que fueron muy celebrados por el público. El sexto fue un mulo inservible.
La tarde también dejó una faena muy meritoria de Enrique Ponce al cuarto de la tarde. Un toro que le costaba repetir y que planteó problemas, pero al que el valenciano le toreó de manera paciente, extrayendo muletazos con mucha capacidad. Fue una pena que pinchara y sólo pudiera pasear un trofeo
Pero la feria dio mucho más de sí, y es que al día siguiente, sábado 11 de agosto, se jugó una extraordinaria corrida con el hierro de Adolfo Martín, con tres animales soberbios, sobre todo cuarto y quinto, cosechando un sonoro triunfo a las puertas de Madrid.
El triunfador numérico de la tarde fue López Chaves, que cortó tres orejas. La primera de un toro con clase y humillador al que consiguió muletazos limpios sobre ambas manos. El cuarto fue un Adolfo bravo y encastado con un temple exquisito. El de Salamanca puso todo de su parte, aunque no logró estar a la altura en una labor demasiado encimista y atosigando demasiado al toro. Con todo, acabó desorejando al animal de manera generosa. Luis Vilches estuvo bien con su lote. Al quinto, otro excelente toro de Adolfo Martín, le toreó con mucha profundidad y buen gusto, pero el uso de los aceros le dejó sin premios. Fernando Cruz tocó pelo de su primero, un animal encastado pero que no era nada fácil. El madrileño le expuso y estuvo firme extrayendo muletazos meritorios. El sexto fue listo y agresivo y Cruz volvió a dar la cara con redaños.