De izquierda a derecha, los cuatro integrantes de Dover: Cristina Llanos, Jesús Antúnez, Amparo Llanos y Samuel Titos
ENRIQUE PEÑAS | Miércoles 22 de octubre de 2014
Puede que no se hablara tanto de Dover como desde la época de Devil Came To Me (1997), cuando vendieron más de 500.000 discos y marcaron un hito irrepetible en la historia del rock independiente español. Ahora, Follow The City Lights (Emi/Virgin, 06) suscita reacciones encontradas y números que les sitúan de nuevo en lo alto de las listas de ventas, cambiando a Nirvana por Madonna y la estética grunge por el maquillaje y las luces de neón.
Empecemos por el principio: “Si alguien dice que somos un grupo de música disco, de baile, me parece bien, porque además creo que es real. El álbum básicamente es eso. Yo no necesito que me sigan llamando rockera, aunque si quiero lo soy más que nadie; pero ahora me apetecía otra cosa”. La menor de las hermanas Llanos, Cristina (voz), defiende lo que es más que un giro. Una metamorfosis en toda regla. (Amparo) “Surgió de manera casual en algún momento del año pasado. Estábamos yendo al local, probando cosas y entonces dije que me gustaría hacer una canción que fuera muy de pista de baile, y a la semana ya teníamos Let Me Out; la probamos, nos encantó, y fue como una puerta abierta a la inspiración, una motivación”. “Si alguien dice que somos un grupo de música disco, de baile, me parece bien”.
A la postre, ese tema se convertiría en primer single, probablemente el más directo desde que pusieran patas arriba las listas con Devil Came To Me o Serenade. Aunque de otra manera, claro, porque nada queda de Nirvana, de Pearl Jam, de Soundgarden, ni siquiera de The Strokes… Follow The City Lights no es un disco de rock. (Amparo) “Para conseguir algo necesitas estímulos nuevos y entrar en fases distintas, tomándotelo como si estuvieses empezando, con menos oficio. Y así ha sido en este caso: no teníamos ni idea de electrónica, era todo muy intuitivo, pero es lo que hizo que funcionase”. Un cambio que llega tres años después de su último trabajo, The Flame, y tras haber superado una crisis interna que dio como resultado la marcha de Álvaro Díez y la entrada de Samuel Titos (antes en Sperm) como nuevo bajista. (Amparo) “Estábamos empezando a agotarnos. Nuestra sensación era que creativamente comenzábamos a cansarnos, incluso nos aburríamos de tocar siempre igual las viejas canciones”.
Temas a los que ahora van a vestir de electrónica para completar un directo que poco tendrá que ver con los de no hace tanto tiempo. (Amparo) “No nos preocupa si a los antiguos fans les va a gustar la nueva Serenade. Es una decisión suya. No podemos obligarles, ni queremos, pero si alguno de ellos viene yo creo que le va a gustar mucho”. (Cristina) “Lo que pasa es que de esa época el grupo de seguidores que queda es muy reducido. Devil Came Yo Me vendió mucho, seiscientas mil copias, y mucha gente que entonces se enganchó a Dover luego se ha ido alejando. Ahora hay otro público que se puede volver a enganchar”. Por el camino se quedarán quienes en su momento vieron en ellos la tabla de salvación del rock español, y en ese mismo recorrido se incorporarán por la tangente seguidores de músicas menos áridas. (Amparo) “Hemos escuchado muchísimo a Franz Ferdinand, pero en este disco no podemos hablar de influencias claras, salvo el último álbum de Madonna. Cuando salió ya habíamos hecho Let Me Out, pero nos encantó cómo sonaba, y como estábamos aprendiendo fue una guía muy buena”.
El debate es el mismo que con la ambición rubia: ¿música enlatada o pop con posibilidades comerciales? (Cristina) “Si estás pensando en a quién vas a ofender o desagradar, entonces no harías nada. Sí que éramos conscientes de que a lo mejor a parte de nuestro público no le iba a gustar. Lo que hemos hecho ha sido aceptarlo”. (Amparo) “Además, es muy difícil predecir ese tipo de cosas, porque ahora nos está pasando algo muy curioso, y es que había un público indie que se había alejado de nosotros, o nosotros de ellos, porque habíamos hecho un par de discos mucho más duros, más difíciles, y de repente Follow The City Lights les gusta mucho. Es el público quien te tiene que elegir, no al revés. Escoger al público es una chorrada y una pedantería de mucho cuidado”.
Lo que sí han elegido ha sido el camino de electrónica, que, como a Fangoria, les ha llevado a la felicidad, demostrando que nunca se puede decir lo de que de este agua no beberé. (Amparo) “En su momento era una cuestión de honor, de defensa, hasta de supervivencia, porque hace unos años parecía que si no metías elementos electrónicos eras un rockero rancio y correoso, pero en 1998 y 1999 yo era superfan de Atari Teenage Riot, me encantaban. Y a nosotros lo que nos ha gustado siempre es la música de baile, canciones discotequeras que se han hecho muy famosas a lo largo de décadas y que incluso está mal considerado decir que te gustan”.
El caso es que han cerrado ciclo, dejando atrás una etapa de 10 años de rock de la que dicen sentirse orgullosos pero que ya pertenece al pasado. (Cristina) “La verdad es que hace mucho que no apetecía tanto ir al local a ensayar”. (Amparo) “Es un disco que hemos hecho con el espíritu de disfrutar de la noche, de salir, bailar, pasarlo bien; incluso la política a la hora de componer era ésa y no la disciplina férrea de otras ocasiones”.