El de Galapagar toreó como en sus mejores tiempos (Foto: A. F.)
ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Los aficionados a la Fiesta han vuelto a dar una verdadera lección de civismo y saber estar. En los aledaños de la plaza se producía una manifestación de antitaurinos, pero los aficionados no entraron al trapo y no se ponían a su misma altura.
Este grupo, que estuvo controlado en todo momento por las fuerzas de seguridad para evitar altercados, se dedicó a propinar graves insultos a los aficionados que accedían a la Monumental de Barcelona. El mundo taurino no les insultó de la misma forma. La manifestación, en contra de lo que se ha publicado en diversos medios, no concentró a más de 300 personas, con banderas nacionalistas y pancartas, y no a 2.000.
Los antitaurinos hicieron todo esto como medida de presión y como una forma de asustar a las más de 19.000 personas que ese día llenaron la Monumental. Intentaban hacer ruido, hacerse notar y que se hablara de ellos, porque el domingo Barcelona, desafortunadamente para ellos, estaba invadida de aficionados a la Fiesta.
Los toros podrán gustar o no. Afortunadamente, todo es muy respetable. Pero en un país democrático como es el nuestro, aunque determinados grupos de este signo no se sientan como tales, cabe todo. Tanto si estás a favor como en contra. Pero lo que no se puede caer es en la falta de respeto y el insulto sólo por el hecho de acudir a un espectáculo taurino. Si en un acontecimiento de esta dimensión sólo son capaces de aglutinar a 300 personas, van mal.
Esta corrida ha hecho mucho daño a estos grupos, porque el domingo la Ciudad Condal dio un espaldarazo a la Fiesta. Todos debemos agradecer a José Tomás su vuelta. Como nota singular hay que decir que un se uno de estos antitaurinos coló en la plaza lanzando gritos de ¡asesinos!. En breve fue expulsado. Hay que tener valor.