Su padre era militar leal a la República y participó activamente en la defensa de Madrid en la zona universitaria frente a los rebeldes fascistas, por lo que al final de la guerra fue condenado a muerte librándose por la acción de gentes buenas que intercedieron por él.
Recuerdo a mi abuela, gallega de Orense, que solía decir; “en la guerra todos hicieron canalladas, pero unos con el crucifijo en el pecho”. Era una mujer profundamente socialista y atea hasta la médula a la que le encantaba el cine.
Esta afición le trajo algún disgusto, ya que después de la guerra los vencedores obligaban a cantar el “Cara al sol” antes de cada función, en los cines Urquijo o Arguelles a los que solía acudir y ella se negaba con el correspondiente altercado.
Mi madre a pesar de la edad le gusta estar muy al día, se ve todos los telediarios y se la nota preocupada por la deriva que teme se pueda producir.
En varias ocasiones en los últimos tiempos me pregunta cuándo son las elecciones, que quiere votar sea como sea.
En las municipales y autonómicas no quise forzarla por su delicado estado de salud y por primera vez no fue a votar.
Esta vez los dos coincidimos en que son unas elecciones históricas, las más importantes de la democracia y que nadie por dejadez, o por enfado debe dejar de emitir su voto. Nos jugamos demasiado.
Desde estas líneas lanzo un mensaje a quienes siendo progresistas, de izquierdas, dudan en hacerlo, o incluso ya han decidido que no irán y les emplazo a observar a mi anciana madre de casi 95 años, que en un acto de responsabilidad ejemplar sí quiere y me exige que la lleve al lugar donde está su urna.
Ella tiene muy claro a quién dar su voto, consciente del peligro de una vuelta a un pasado que vivió con dolor en primera persona.
¿No supone un ejemplo que debe remover conciencias este hecho?
Nadie, absolutamente nadie debe abstenerse en esta ocasión, porque automáticamente se convertiría en cómplice de ese desvarío para los próximos años.
Que vote Bildu, PNV, ERC, BNG, Sumar, o como mi madre PSOE pero que voten. La abstención tiene componentes muy complejos en esta ocasión y beneficia claramente al enemigo.
Se puede entender que la derecha nos gane a la izquierda legítimamente porque sean más, lo que no se entenderá es que nos gane por dejación de algunos de los nuestros.
Por eso llevaré a mi madre anciana a votar, porque esta vez es la más importante y trascendental desde 1978.
Mi madre es consciente de ello; ¿lo eres tú?
Veremos.