Opinión

Google, la mano que mece la cuna

Joaquín Abad | Miércoles 05 de abril de 2023
Es de primero de asignatura policíaca: quien se beneficia de un crimen es el mayor sospechoso.

Desde hace semanas estamos asistiendo a toda una campaña para frenar el desarrollo de la inteligencia artificial. Sí, esos desarrollos de OpenAI que, desde que se pusieron a disposición del público, nos harán la vida más fácil, especialmente en el universo de internet, que no es poco. Y los que comenzamos a utilizarlo, lo primero que notamos es que ya no necesitábamos el buscador de Google para nuestras consultas. En lugar de encontrarnos con páginas y páginas de enlaces, las primeras pagadas, el navegador de Microsoft, Bing -que había invertido miles de millones en el proyecto y lo ofrecía en su buscador-, nos resultaba mucho más práctico sin tener que hacer clic en cada enlace para obtener el resultado de nuestra búsqueda.

Y claro, si los fundadores del buscador que ha arruinado a la prensa digital, Larry Page y Sergey Brin, no apostaron por un chat de inteligencia artificial es porque su negocio, precisamente, va en dirección opuesta, como bien ha explicado en su boletín diario Enrique Dans. De ahí que su Bard, réplica de OpenAI, sea un producto a años luz del que en su día Elon Musk fundó.

Antes he comentado que Google, en mi opinión, ha sido el culpable de que la prensa digital esté en la ruina. Los que ganan millones son las tecnológicas, siendo el buscador el primero en la lista. Antes, en tiempos de la prensa escrita en papel, las agencias de publicidad que nos enviaban los reclamos, las páginas, los roba-páginas, los faldones y módulos se reservaban un cinco a quince por ciento de comisión. El resto que pagaba el anunciante iba al medio. A la empresa que pagaba a los periodistas, pagaba el papel, imprimía el producto y lo repartía por los más de treinta mil puntos de venta que existían en toda la geografía nacional. Hoy en día, el anunciante sigue pagando por su publicidad en los medios digitales e internet, pero al medio (al que paga al periodista, al hosting y a la tecnología) solo le llega como mucho un quince por ciento. El resto se lo quedan las agencias y Google. Y claro, Google se ha enriquecido a costa de que millones de medios digitales en todo el mundo suspiren por sus migajas que ofrece la programática; un invento que obliga a las editoriales digitales a hacer maravillas para multiplicar sus visitas con trucos SEO y demás reglas impuestas por los ingenieros del buscador. Si quieres tener presencia y cobrar las migajas, deberás adaptar la redacción de tus informaciones al gusto marcado por Google.

Ahora, tras más de veinte años de cuasi monopolio publicitario, Microsoft parece haberle mojado la oreja a los chicos de Larry Page y puede que estemos asistiendo al principio del fin de un negocio publicitario que ha acabado con la libertad de expresión de los medios informativos. A estos mantiene con respiración asistida a base de migajas si te portas bien, si tus noticias no molestan a los que gobiernan y si haces lo que ellos dicen para aparecer en alguna parte en las búsquedas.

Puede que, si Google no consigue frenar el desarrollo de la inteligencia artificial, aquellos que editamos volvamos a negociar campañas directamente con el anunciante o cliente, y que la agencia intermediaria se conforme con un pequeño porcentaje. Es muy probable que en la programática, al medio le llegue apenas un dos por ciento de lo que se gasta el anunciante.

Así que no me extraña que todo el lobby pagado por Google esté detrás de la campaña que pretende frenar el desarrollo de la IA, con mensajes tan apocalípticos como que puede ser el fin de la humanidad...

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