Opinión

Errores médicos

EL MIRADOR

P. Rodríguez

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Ahora resulta que Francisco Franco murió víctima de un error médico. Y no sólo eso, sino que el error se produjo precisamente por tratarse de quien se trataba, por intentar preservar su vida sin utilizar procedimientos radicales que sí se habrían usado en el caso de otros pacientes. En definitiva, lo de siempre, los ricos también lloran.

La autobiografía del cirujano Juan Abarca -testigo de los últimos días del dictador- trae de nuevo a la actualidad, en una oportuna coincidencia con el trigésimo aniversario de las primeras elecciones democráticas, la agonía y fallecimiento de Franco, a la que tantas veces se quiso sacar punta. Si fotografías escabrosas por un lado, si la actitud de su yerno por otro, si finalmente consiguió morir en la cama y no víctima de una revuelta popular. Lo que ahora viene a contarnos Abarca es que el curso de la historia de España podría haber cambiado si, para atajar la gastritis hemorrágica que sufrió el dictador, se hubiese optado por extirparle el estómago en lugar de hacerlo únicamente con una parte. Evidentemente, el testimonio médico en el sentido de que Franco podría haber sobrevivido a esta operación es digno de tener en cuenta. Lo que ya resulta más sujeto a interpretaciones es que su supervivencia hubiese tenido tanta incidencia como el doctor quiere darle. Porque efectivamente el estado de salud del entonces conocido como generalísimo quizá “fuese” perfecto, como sostiene Abarca, aunque los documentos gráficos de la época hagan más que discutible esta afirmación, pero no hay que olvidar que se trataba de una persona que superaba los 80 años y que, aunque su muerte precipitó el fin del régimen, en algún momento habría de suceder. Por no hablar de en qué condiciones continuaría Franco al frente del país después de pasar por una operación como la que recomendaría el cirujano.