Opinión

Cartas a los Reyes Magos de emigrantes

Un español en Alemania

Jose Mateos Mariscal | Viernes 06 de enero de 2023
Dado que no son pocas las personas que dieron por perdido 2022 (resulta difícil creer que hayamos llegado ya al 2023), me ha parecido que no era del todo descabellado enviar mi carta a los Reyes Magos del año 2023.

A fin de cuentas, sus majestades de Oriente son los únicos poderes reales que escuchan a los migrantes. Por eso, he querido escribir a esta institución mis deseos para la reconstrucción de un mundo mejor sin Racismo ni xenofobia. No sé si este año, con la que está cayendo, vais a poder venir cargados de regalos. Es posible que os tengáis que quedar a mitad de camino por falta de presupuesto; también puede ocurrir que un mercader sin escrúpulos os haya birlado los camellos en una de esas famosas estafas piramidales. Quizás pensáis que lo que nos merecemos es “un saco lleno de carbón”.

Estas son las tres cosas que un emigrante en Alemania pide este año:

Primero:

Regularización masiva de personas migrantes.

Segundo:

Que las vidas de todas las personas valgan lo mismo, con independencia del lugar de nacimiento, el sexo, el color de la piel, la religión que se practique, el tener papeles o no tenerlos. Creemos que que los migrantes nos veremos muy contentos con este deseo porque vivimos en nuestra propia piel la exclusión de este derecho, como tantos hombres y mujeres inmigrantes y refugiados hoy.

Tercero:

Una ciudadanía activa. Es precisamente desde esa memoria de lo vivido, majestades, desde donde quiero pediros el siguiente regalo: una ciudadanía activa que se implique en la vida de sus comunidades. Precisamente porque ha habido una vivencia común que ha generado una empatía a nivel global y al mismo tiempo, creo que no es del todo descabellado pedir esto.

Sus Majestades Reyes Magos de Oriente:

No es que sea exigente ni que quiera tantos regalos, pero os escribo a los tres reyes, por si me falláis, que al menos uno de vosotros cumpla mis deseos.

No tengo más equipaje que un montón de frustraciones convertidas de repente en sueños e ilusiones. Corno no soy niño no quiero juguetes. Ya casi llego a los 50 años pero tampoco es que me fascine la moda; así que no os pido ropas ni zapatos. Olvidaros de tecnología y aparatos que no necesito. Mi móvil es viejo pero aún funciona. Mi tele no es en 3D pero la verdad me va bien. La mía es pequeña y me cabe en la habitación que pago a 300 euros al mes. No me traigáis un coche que en Alemania el metro funciona estupendamente bien. Por favor, tampoco me traigáis de esos muebles innecesarios porque vivo realquilado y no sabré dónde ponerlos.

Os agradecería no me regaléis juegos de entretenimiento porque trabajo 14 horas al día y cuando llego a casa lo que verdaderamente me apetece es tenderme en la cama.

Soy inmigrante en Alemania, pero no tengo culpa de las cosas malas de este país.

Es verdad que muchas veces lloro por querer volver a mi país, España, pero no creo que pueda porque tengo mucho por hacer. No os pido cosas grandes, tal vez que se acaben esas cárceles en Europa donde los inmigrantes como yo son recluidos hasta 90 días y que les llaman Centros de Internamiento para Extranjeros. Que se acaben las redadas por toda la ciudad; «cazas de brujas» en las que son detenidos aquellos que como yo tienen rasgos que no son alemanes. Sería exagerado decir que llevamos una estrella en nuestras ropas corno los judíos en la Alemania nazi pero, ¿qué diferencias hay si somos identificados igual?

Me encantaría me trajerais deseos. Deseos por ejemplo, de no sentir miedo cuando veo un policía por temor a ser detenido sino sentir que están ahí para cuidarme. Como cuidan de todos…

O mejor aún, podríais hacer un regalo colectivo a todos los inmigrantes como yo, y no solo en Alemania sino en el resto del planeta. Es decir, podríais hacer que el mundo entero firme un Tratado Schengen, ese que permite a los ciudadanos de todos los países miembros de la Comunidad Europea residir, trabajar y circular libremente por el continente.

Sería increíble que se eliminaran los pasaportes, los visados, las fronteras, y que por fin todos los pueblos sean uno, sin hipocresías, y que los sudamericanos puedan ir a Estados Unidos, los africanos a Europa, o los pakistaníes a la India, o viceversa… todo ello sin tener que hacer valer un pasaporte que beneficia a los pueblos que históricamente se han impuesto en las mejores posiciones a nivel mundial, precisamente por la explotación a la que han sometido a esos a los que le exigen visado. Y todos poder trabajar y residir libremente en todo el planeta, porque esto de las fronteras es el peor estigma para un planeta que es de todos, aunque artificialmente el hombre haya destrozado lo que por naturaleza ha sido previsto.

Y si al final no me traéis nada de los deseos que os pido tampoco me olvidéis que no he sido malo y me he portado bien. Traedme carbón; me conformo. Vine a este país Alemania a trabajar y aún no estoy cansado. Y mientras para los niños el carbón es sinónimo de haberse portado mal, para mí simboliza el esfuerzo y el trabajo.
Sus Majestades… me pregunto si este día de Reyes os acordaréis de mí y, sobre todo, de lo que os pido en esta carta.

“Es triste tener que utilizar la carta de los Reyes Magos para pedir que se nos haga un mínimo caso a nosotros los migrantes”.

Te saluda:

Un inmigrante cualquiera en Alemania

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