Opinión

Gracia al príncipe saudí Bin Salmán

Jesús Antonio Fernández Olmedo | Martes 22 de noviembre de 2022

Escribiré este artículo y probablemente cuando lo hayan leído, pasado un tiempo después, ya nadie se acuerde ni por asomo de él.



Pasa con todas las cosas que no son negocio, que no dan oportunidad para emplearlas y manejarlas en el momento para el propio interés personal.

Esto es, se suele dirigir la mente sólo a lo que puedo utilizar para mi beneficio personal: asisto a un acto o encuentro para que hablen bien de mí, para que mi imagen se engrandezca y yo sea recordado como "bueno", hago esto o aquello si me produce un beneficio rápido sino no me molesto, la mayor parte de las veces el económico.

Pues bien, esta actitud que se tiene ante la vida contamina todas nuestras relaciones, por así llamarlas hoy, ya que son escasas y están en peligro de extinción.

Nos impide además ver las cosas sencillas de la vida que son por las que estamos aquí verdaderamente y son las básicas para una vida plena y satisfactoria.

No deberíamos olvidar que cuando nos muramos no nos vamos a llevar nada, pero se olvida porque se piensa solo en sí mismo y como mucho en el otro cuando es mi hijo o hija pero como utilizable también para agrandar la propia imagen.

Si esto lo extrapolamos a la política de hoy que tanto criticamos en la barra de los bares con la llamada verborrea podemos ver que esta no es más que un fiel reflejo de cómo somos.

Estados Unidos, con su presidente a la cabeza, Biden, ha concedido inmunidad a Bin Salmán de Arabia Saudí en el caso del asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado de Estambul.

Se muestra cómplice con un presunto asesino porque prevalece en su escala de valores por encima de todo sus aspiraciones de dinero y poder.

Se mancha las manos con sangre porque finalmente solo le interesa la pasta gansa y todo lo demás que dice o que ha dicho le importa un bledo.

Tanto criticar a Putin y vienen los de Occidente y hacen lo mismo, pactan con criminales.

Toda una charla llevamos cotidianamente para que finalmente si lo que nos interesa es el oro reluciente y nada más.

Cada uno de nosotros tenemos que ver con esto, con las formas hipócritas, con el quedar bien por encima de todo cuando al final toda la suciedad que quieres esconder se te ve, porque huele mal.

Ellos están arriba porque nosotros los hemos puesto y quiere decir que tienen y mucho que ver con nosotros mismos.

Ellos se reúnen en cumbres climáticas, por ejemplo, en los que nunca llegan a ningún acuerdo coherente pero, ¿acaso nosotros en nuestros barrios, en los lugares donde vivimos, solemos llegar a algún acuerdo con nuestros convecinos para lograr una zona más habitable?

Valga esto como reflexión acerca de los valores con los que nos movemos.

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