Pablo Lechuga brilló en la primera de la feria (Foto: Gonzalo Matamala)
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Comenzó la feria de San Antonio de Collado Villalba el día de su Patrón, el pasado miércoles 13 de junio, con una novillada de promoción sin picadores. La novillada pertenecía a ese grupo de festejos que la Escuela de Madrid y la Comunidad organizan conjuntamente con empresas por diversos pueblos de la región. No se anunció en los carteles. Convendría hacerlo para que la afición se entere. De todos es sabido que la empresa se ahorra mucho dinero con este sistema. Los gastos de estas novilladas son a cuenta de la propia Comunidad y de la empresa que organiza el festejo, en este caso la de Tomás Entero. Pero vayamos con lo acontecido en esta primera de feria. Se lidiaron seis erales del maestro Emilio Muñoz. Muy desiguales en todo, comoditos y que en mayor o menor medida se dejaron hacer. Tuvieron ciertas dosis de mansedumbre, con geniecillo, sin romper nunca, pero fueron ideales para chavales que comienzan.
De los tres novilleros anunciados el que mejores cosas apuntó es Pablo Lechuga. Como ocurre tantas veces en los festejos de los pueblos no cortó ninguna oreja, pero eso es lo de menos. Lo que cuenta es lo que cada torero es capaz de resolver y lo que puede llegar a desarrollar en un futuro, y Lechuga puede funcionar. Con su primero comenzó muy bien, pero luego el trasteo fue perdiendo intensidad. Lo más importante de la tarde lo consiguió ante el sexto. Aquí Pablo Lechuga fue capaz de dejar la muleta muy puesta, tirar de su oponente hasta el final y rematar con la mano muy baja. Al novillo le faltó redondear, pero el madrileño dejó las tandas de mejor sabor de toda la tarde. Fue una pena que perdiera todo por el mal uso del acero.
Jerónimo Delgado paseó dos generosas orejas del cuarto. El colombiano realizó un trasteo intermitente y con oficio. Con su primero no acabó de centrarse en ningún momento.
Miguel Navarro estuvo vulgar con su primer eral, en un conjunto que no alcanzó cotas elevadas. Se llevó un trofeo del flojo quinto en una labor donde hubo pasajes mejores que antes y dejando patente una aprendida técnica que seguro que lucirá más cuando este espada se enfrente a animales de más tamaño y cuajo.
Al final el festejo resultó aburrido para el público porque a Delgado y Navarro les faltó poner más fibra, enfadarse y arrear de verdad. Sin tirar cohetes, la novillada de Triana tenía mucho más dentro para triunfar.