Opinión

En defensa de Occidente (XXXVI)

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Carlos González | Domingo 09 de octubre de 2022
El que podríamos llamar segundo “Conocimiento” adquirido en este conflicto, consiste en dejar claro de una vez por todas, que existe una llamada “Verdad”, o verdades, que rige nuestra existencia. Y muy por encima de las distintas “Creencias” ideológicas, o de las variadas opiniones que cada persona o grupo pueda esgrimir sobre cualquier cuestión humana.

Es cierto que en Occidente vivimos una época de destacado Relativismo y un creciente, Nihilismo. Eso es porque hemos abandonado aquellas verdades absolutas que defendían los creyentes en ciertos Dioses, fundamentalmente el Judeo-Cristianismo, que fue lo que nos organizó y nos ha traído hasta aquí. Y que con sus Dogmas infalibles dominaban todas y cada una de las facetas humanas sin que cupiese duda alguna. Pero afortunadamente primero con el Renacimiento, y sobre todo, después con la Ilustración, hemos dejado atrás todas esas visiones mágicas del mundo que habitamos. Y nos hemos adentrado en la búsqueda de la verdad real del conocimiento de la naturaleza, y de nosotros mismos como parte inseparable de ella. Las leyes que la rigen, que nos rigen, han pasado a ser nuestras “Verdades”.

Lo que caracteriza a todas las demás culturas o civilizaciones, incluidos Rusos y Chinos -aunque conocen, han aceptado plenamente, y aplican en las facetas industriales que les conviene el Método Científico aprendido de Occidente- es que en cuanto a creencias y organización social prefieren que sus masas de poblaciones sigan en ese estado entre infantil y principios de la adolescencia, en el cual sus verdades-ideologías elucubradas son intocables y perpetuas. Aunque en realidad saben que son creaciones mágicas de su imaginación. Pero les va mucho mejor porque así dominan a esas masas a su antojo y no cabe disidencia alguna.

Nosotros sí disponemos y aplicamos, ya, esas verdades técnicas, científicas. y promovemos sin problema alguno la libertad de prensa, o la transparencia de todo tipo, porque no tenemos miedo a que alguien desenmascare nuestras mentiras, porque tendemos a no usarlas. Por el contrario ellos, que viven sobre una permanente mentira informativa, sí deben perseguir a todo aquel investigador que pueda aportar visos de verdad, porque se les vendría abajo su fantasioso chiringuito.

Esa “Verdad” de la que hablamos, ya llevamos poniéndola en práctica de forma consciente al menos trescientos años al profundizar en las distintas ciencias. Y en este caso concreto esos conocimientos de la psicología de los individuos y de los grupos sociales que formamos, nos enseña de forma científica cual es la mejor forma de organizarnos, gobernarnos y convivir con resultados equilibrados.

Es verdad que cada persona puede opinar -a lo que tiene absoluto derecho-, pero no es menos cierto que independientemente de cualquier opinión, el Sol saldrá mañana a la hora prevista, y la composición del agua es la que es sin que quepa discrepancia alguna. Y si es potable o no, no lo va a decidir un comité político a su conveniencia, sino el estómago de los humanos y la reacción biológica a esos patógenos que puedan hacernos enfermar.

Es hora ya de proclamar que la vida, sobre todo la vida Moral, Social y de Organización de la Convivencia, no es un conjunto de opiniones, visiones, teorías o ideologías baratas. Menos aún de un conjunto de creencias mágicas por muy lógicas a priori que parezcan. No, existe una verdad y esta está por encima e independiente de todas y cada una de las opiniones. Son las verdades de la Madre Naturaleza que rigen la existencia humana.

Esa “Verdad”, ya contrastada, nos enseña que la convivencia, organización y gobernanza humana, depende de componentes biológicos y psicológicos. Estos son: Los niveles de seguridad personal que sientan individuos, familias y minorías. La Suficiencia en la alimentación, vivienda, vestido, calzado y demás necesidades humanas. De la posibilidad de experimentar los necesitados afectos humanos. Cuando se alcanza la madurez, de los accesos al sexo, la reproducción y el sacar adelante las familias. Y, cuando se desea, de poder alcanzar niveles de reconocimiento social aportando nuevas creatividades en beneficio de toda la sociedad. Deseamos que se nos permita escribir libros, pintar cuadros, esculpir o proponer nuevos edificios, puentes o estadios.

La verdad, en fin, de que toda la gobernanza humana no depende de unos componentes mágicos, de que un Dios nombre a alguien jefe o director, ni que corresponde a ninguna ideología, etnia o familia gobernar al resto de los ciudadanos, ni que un partido concreto (El Partido comunista, u otro) sea el único que puede gobernar un estado. No, depende de componentes materiales como la comida, la seguridad, la sanidad, el acceso a las universidades, el desarrollo personal, familiar o empresarial, y de que haya un equilibrio entre los distintos ciudadanos e instituciones que faciliten la paz social, la convivencia y no la opresión y la explotación de unos sobre otros basados en dichas ideologías o creencias.

La gobernanza de un estado es algo técnico, que compite a todos, y para todos.

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