Así de ceñido se pasó Talavante al sexto toro (Foto: www.las-ventas.com)
ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
El pasado domingo se puso fin a casi un mes de toros en Madrid. Los cuatro últimos festejos programados se incluían dentro de esa nueva feria que se ha denominado del Aniversario. Un final de ciclo que aglutinaba carteles muy rematados, sobre todo el del pasado 7 de junio, que levantó una expectación inusitada. Sin lanzar del todo las campanas al vuelo, esta feria del Aniversario solapada con San Isidro ha deparado mejores resultados que el pasado año, cuando fue una ruina.
Se vieron cosas de mucho interés a cargo de Sebastián Castella o César Jiménez, que cortaron una oreja cada uno; también por parte de “El Cid”, que se fue de vacío por volver a fallar con esa espada que tantos disgustos le ha dado este año.
La corrida del pasado jueves 7 de junio levantó una expectación fuera de lo normal. La reventa por las nubes. El cartel lo merecía: “El Juli”, Sebastián Castella y Alejandro Talavante. Un duelo en la cumbre de tres ases en un momento glorioso, y más después de que los tres hubiesen abierto la Puerta Grande en Las Ventas este año. La plaza a rebosar. Y como tantas veces falló la materia prima. Mucho torero para una corrida de toros birriosa e indigna para una plaza y un acontecimiento como este.
Los toros de Garcigrande-Domingo Hernández fueron anovillados, pequeños y sin trapío. Además, exceptuando el segundo y el sexto, que dieron buen juego, al resto les faltó raza, empuje y mayor acometividad. Fue una lástima, porque si se elige otro tipo de toros con más presencia, como Cubillo, Victoriano del Río o incluso Juan Pedro, ahora hablaríamos de otro resultado.
La única oreja la paseó Sebastián Castella del segundo. Éste si fue un toro excelente al que el diestro francés le recibió muy bien de capa y le toreó con mucho temple, desmayo y muy ligado sobre la mano derecha. Sobre este lado consiguió momentos muy vibrantes, pero bajó en intensidad cuando se cambió la muleta a la mano zurda y se puso muy en cercanías. La oreja, de todas formas, fue justa. Con su segundo, muy flojo, Castella no pudo rematar.
“El Juli” realizó una labor muy limpia frente a su primero. Un trabajo muy profesional al que le faltó algo de ajuste en los embroques. Se pidió la oreja.
A Alejandro Talavante se le esperaba con ilusión. Inédito con su manso y rajado primero, realizó un trasteo con altibajos al toro que cerró la tarde. El animal, justo de todo, fue manejable, pero Talavante no acabó de redondear. Junto a tandas más logradas hubo otras menos conseguidas. El final de faena por bernadinas fue aclamado y si no falla con el acero hubiera paseado un trofeo. Con todo, se esperaba mucho más de él.
El viernes 8 se celebró un festejo plúmbeo y sin apenas relieve a causa del mal juego del ganado. Se lidiaron cuatro toros de “El Pilar”, un remiendo de Albarreal y un sobrero con el hierro de José Luis Pereda.
Tan sólo rompió a embestir el sexto, de “El Pilar”, ya que el resto fue una ruina ganadera. A este buen toro le cortó una oreja muy generosa César Jiménez. El comienzo de faena de rodillas tuvo nivel, pero erguida la planta la cosa cambió. Cierto es que por el pitón derecho consiguió tandas ligadas, pero todo con mucho amaneramiento. Además, por el lado izquierdo no hubo acople. La estocada cayó baja.
César Rincón pechó con un lote complicado y pasó sus fatigas, mientras que Morante de la Puebla, al que se le vio decidido, no tuvo ninguna opción.
En el festejo de rejones del sábado 9 Leonardo Hernández salió a hombros tras llevarse un trofeo de cada uno de sus toros.
El domingo 10 se ponía el broche a este ciclo con una corrida con el hierro de Juan Pedro Domecq tras 30 años de ausencia en Las Ventas. Se esperaba un petardo ganadero porque de todos es sabido el mal momento que pasa esta divisa . Pues con todo, la corrida cumplió y sin ser un dechado de virtudes hubo hasta toros con posibilidades. El conjunto de toros enviados estuvo excelentemente presentado, fue muy noble, con calidad, y aunque se venían a menos al final y les faltó fondo, se dejaron mucho. Del encierro destacó el quinto, un toro alegre muy lucido que se vino abajo pronto. Pero fue lo suficiente para que el “El Cid” le hilvanara un trasteo de altura con el gran concepto que posee el sevillano. Se gustó y el final de faena tuvo sabor con las manos muy bajas. Con la espada, un desastre, por lo que se esfumó la oreja.
Con el noble primero fue molestado por el viento pero aún así a “El Cid” se le vio en un gran momento.
Miguel Abellán tuvo una tarde muy vulgar. No se enteró de la buena condición de su primero. Mientras, Miguel Ángel Perera acortó mucho la distancia del tercero y poco pudo hacer con el último.